domingo, 3 de marzo de 2013

613 conjeturas en pompas de jabón (3/3/13)

613. Desobediencia civil

Entre los grandes mitos griegos, además de La Ilíada, La Odisea, El Vellocino de Oro (Jasón y los Argonautas), El Jabalí de Calidón…, se encuentra también Los 7 contra Tebas, en la que se encuadra el mito de Antígona. Se trata de los casos en que puede haber autoridad moral para incumplir la ley, la llamada desobediencia civil por Thoreau en 1849. Hace ya 2.455 años que Sófocles nos dio la respuesta en su tragedia Antígona, la heroína griega hija de Edipo que fue ajusticiada por el rey Creonte, por haber incumplido la ley que le prohibía enterrar a su hermano Polinices, uno de los siete capitanes abatidos en las puertas de Tebas. La obra de Sófocles para George Steiner es, entre otras cosas, una reflexión sobre el conflicto entre la sociedad (el Poder, el Estado, la Ley) y el individuo. Antígona ha sido motivo de comentario en este blog en varias ocasiones (ver entradas 433.1 de 3/9/12, 423.1 del 3/8/12, o 225.1 del 26/2/12).
     Benjamín Prado es optimista y escribe en la prensa Antígona en La MoncloaLas victorias aplastantes (mayorías absolutas) convierten las banderas en martillos y sustituyen las razones por decretos. ¿Qué respeto a las normas nos pueden exigir quienes a la vez que nos piden sacrificios cobran cientos de miles de euros y mientras predican la austeridad se reparten sobres invisibles llenos de billetes de color violeta? ¿Cómo se atreven a hablar de honradez, patriotismo y solidaridad quienes defraudan a Hacienda, blanquean capitales, reciben regalos de tramas mafiosas, son financiados bajo cuerda o se suben el sueldo un 27% en plena crisis, como este periódico ha revelado que hizo el actual presidente del Gobierno? ¿Qué le hemos hecho a la democracia? ¿En qué la hemos convertido? ¿Qué sucede cuando todas sus instituciones se han vuelto algo peligroso?
Algunos actos de objeción y rebeldía ante el atropello han dado su fruto: el copago con la tasa del euro sanitario que se quiso imponer en algunas comunidades ha sido suspendida cautelarmente por el Tribunal Constitucional; el Congreso ha aprobado por unanimidad la Iniciativa Legislativa Popular impulsada por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas para frenar la usura implacable de los bancos; cientos de médicos de familia se han acogido a la objeción de conciencia para seguir atendiendo en sus ambulatorios a los inmigrantes, pese a la normativa que los dejaba sin protección sanitaria; las movilizaciones de los trabajadores de la Sanidad y la Justicia públicas han logrado que los prepotentes políticos que las quisieron imponer, se vean obligados a negociar…, mientras crecen las sospechas sobre los partidos políticos, cuya arrogancia nos hace cuestionar “si son unas organizaciones que fomentan el ejercicio real de la libertad o van en contra de la misma lógica de la democracia, ya que las constituyen oligarquías elitistas y dominantes”. La alemana Hannah Arendt lo tenía muy claro: “Hay que situar la desobediencia civil no solo en el lenguaje político, sino en nuestro sistema político”.
       Lo cual remacha Josep M.Vallés, catedrático de Ciencias Políticas en la UAB, cuando escribe: "Los políticos se han convertido en élites extractivas, una oligarquía de profesionales que se ha apropiado de los mecanismos institucionales para su provecho personal. Urge una revisión del sistema electoral para acabar con el control oligárquico de la representación política cuyo reverso es la desigualdad económica y social. Los efectos negativos de la corrupción así como de su impunidad requieren una depuración drástica de la clase corrupta. Pero las recetas penales e institucionales tienen que complementarse con una política económica y social redistributiva."  
      Y Benjamín Prieto remata: Cuando se traspasan las líneas rojas de la convivencia del modo en que ahora se está haciendo, siempre es posible que se produzca una confrontación con el Estado de derecho, contra cuya posible arbitrariedad, rigidez o solidificación excesiva puede alzarse, en último término, el espíritu de libertad y creación que caracteriza y hace existir las formas de ciudadanía democrática. Parece que ese espíritu ha vuelto a despertarse. Antígona ha regresado y ya está a las puertas de La Moncloa.
     O a las puertas de Tebas donde la guerra entre sus hermanos Etéocles y Polinices sólo podía acabar con la muerte de los dos. Pero en este caso no la apoyan solamente  los Siete Capitanes.

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