domingo, 13 de mayo de 2018

1593 (D 13/5/18) Feminismo y nacionalismo

Con este titular arranca un texto de Francesc de Carreras que asocia ambos términos como creencias o ideologías cerradas que no admiten discusión, que no necesitan ser demostradas ni toleran opiniones contrarias. Y añade que eso explica la espontánea y masiva manifestación femenina contra la sentencia sobre La Manada antes incluso de que ésta se hubiera publicado. El jueves pasado día 10, en la entrada 1590 comentábamos de paso el contubernio de la política con la religión, metástasis típica del islamismo, pero también de la política católica española. Hoy toca indagar en la base emocional, las creencias cuasi religiosas, que conectan el feminismo con el nacionalismo, según este autor.
     “La creencia en una identidad colectiva, sea el género mujer sea la nación, es el hilo que conecta feminismo y nacionalismo”. Son evidentes los avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres, pero “del feminismo de la igualdad hemos pasado al feminismo de la identidad: la mujer es igual a las otras mujeres, no a los hombres” (la cursiva es mía). Incluso, se dice, la identidad (colectiva) de la mujer se fundamenta en aquello que la diferencia del hombre y, en muchos casos, se afirma, precisamente, contra el hombre. Esta deriva, pasar de la igualdad de derechos a la identidad colectiva, es lo que asemeja el feminismo con el nacionalismo. De la Ilustración hemos pasado al Romanticismo, de las ideas a las creencias”.
    Como se ve la conclusión a la que llega este señor yerra desde su origen, ya que concibe, él, el feminismo como una ideología (creencia) contra el varón. Y también marra cuando dice que en este movimiento priva la emoción (romántica) sobre lo racional, pues si bien es verdad que toda manifestación masiva conlleva una fuerte emotividad, por esa misma razón podríamos buscar un nexo entre el feminismo y una ovación al Barça C.F. en el Camp Nou.
    Que se exprese como creencia, con la emotividad propia de las manifestaciones masivas, no quita que el feminismo sea, como en efecto lo es, una ideología tan racional como necesaria. Un movimiento racional que no necesita ir contra el varón sino que lo integra. La intensidad con la que se expresa es compatible con su racionalidad como ideología, pero ese sentimiento no debe bastar para reconducirla a una simple creencia cerrada y dogmática sin posibilidad de gradación, matices y debate, como el que estamos celebrando en estas líneas, sólo porque se manifiesta con fuertes emociones. Porque ¿alguien mínimamente sensato asociaría las ovaciones al Barça con las que se le daban a Mandela en Sudáfrica? ¿O le parecería lo mismo el feminismo que Fátima o Lourdes? Pues anda que el encierro de la Esperanza de Triana…

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