sábado, 12 de mayo de 2018

1592 (S 12/5/18) 3 armas de nuevo cuño

Nos referimos a los movimientos populares espontáneos en la calle, el terror contra el terror y el eufemismo o fake news y posverdades.
      El pasado día 5, hace hoy una semana, enfrentábamos la democracia asamblearia a la representativa (vide entrada1585 de 5/5), con un imperdonable olvido, el de la participación asamblearia fuera de los partidos políticos, la participación de la calle sin complejos ni temores. Desde el 11M han surgido dos nuevos movimientos sociales principales, uno el de las feministas (activo en los temas de la igualdad económica y social, la brecha salarial, el techo de cristal… o reactivo, contra la violencia de género y las violaciones) y el otro el de los pensionistas. Estos movimientos son transversales tanto horizontalmente como verticalmente, tanto entre participantes de izquierdas o de derechas como entre mayores y jóvenes, independientemente de la edad y, pese a su heterogeneidad interna, generan una fuerte identidad colectiva. Rememorando el 50 centenario de la toma de las calles de París en mayo del 68, han decidido agarrar por los cuernos el toro de la política, dada la ineficacia y pasividad de los partidos políticos frente a los problemas reales de la gente de la calle, y echar un pulso a las instituciones públicas (Congreso, Gobierno, tribunales de justicia…), con una pérdida de respeto tan valiente como merecida, para forzarlas a tomar decisiones que los ciudadanos exigen sin intermediarios políticos (incluso leyes) que se han demostrado inútiles o alejados de su tiempo..
       Bienvenida sea esta nueva arma del siglo XXI.

El terror contra el terror toma carne humana en un(a) personaje impropia de un país que se autoproclama la cuna de la democracia. Se trata de Gina Haspel, de 61 años, segunda de la CIA, experta en “técnicas de interrogación mejoradas que incluyen prácticas como la privación del sueño, la desnudez, el sometimiento al frío intenso, el encerramiento en cubículos o la asfixia en el agua” (waterboarding), en la cual tiene un record de 83 ahogos en un mes. Esta preciosidad, experta en torturas, se estrenó en Tailandia dirigiendo la cárcel secreta de la CIA en el 2002. Trump avala su nombramiento: “Gina Haspel está siendo atacada por ser demasiado dura con los terroristas… Qué pensáis del waterboarding? A mí me gusta mucho”. El miércoles pasado en el Senado Gina Haspel, aunque prometió ser buena a partir de mañana, se enorgullecía de su actividad como atormentadora: con sus torturas “sacó una valiosa información en sus interrogatorios a los detenidos  por Al Qaeda”.

No menos letal puede ser la palabra, sobre todo si, como es usual entre los políticos, es ambigua, equívoca o eufemística. O posverdades o fake news,
que de todo hay en la viña de Tv1, Tv3 o del PP. Hemos tratado reiteradamente de ellos a lo largo de este blog. Bastará con añadir que los departamentos de seguridad de los EE.UU destinan presupuestos millonarios a que destacados lingüistas y psicólogos determinen los vocablos que deben utilizar los políticos, funcionarios del gobierno y medios de comunicación adictos para inocular globalmente los términos que han de utilizar, según los tiempos y contextos. (Esto explica que repitan burdamente los mismos textos como papagayos, sin que se les caiga la cara de vergüenza, los políticos y en especial los del partido del gobierno). Ya Goebbels advertía que la propaganda debe adaptarse al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida; cuanto mayor sea la masa a convencer, menor ha de ser el esfuerzo mental que se le exija. Pues la capacidad receptiva de las masas es limitada; su comprensión, escasa, y su olvido, fácil. Un ejemplo de este tipo de mensaje verbal es declarar sin tapujos que la venta de armas hace más seguro al mundo. Y un término que no se cansarán de repetir será el de patriota.

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