viernes, 16 de marzo de 2018

1536 (V 16/3/18) La escena surrealista catalana

El exconsejero del Govern catalá Santi Vila desvela los entresijos de la farsa catalana (comedia? drama? vodevil? kafkiano? shakespeariana? de tragedia griega?). Confiesa (delata?) Santi Vila que todos los participantes en la farsa independentista (los de la CUP también?) eran conscientes de que todo lo que decían y prometían eran mentiras, patrañas, con el solo objetivo de tensar la cuerda con el gobierno central y obligarle a negociar (negociar qué? más pelas? la independencia?). Puigdemont, de acuerdo con todos, convocaría las elecciones… pero hete aquí que al bajar del escenario (terminología de Toni Martínez) para comunicar a sus fieles seguidores que ahora lo que procedía era la convocatoria de unas elecciones, se encontró con una masa enfurecida que no sólo le gritaba traidor sino que amenazaba con males mayores. Podían dilapidarle, peor aún, despellejarle vivo. Qué había pasado? Pues que la masa ciudadana se lo había creído, se habían creído la farsa como si fuera la realidad. Y los políticos que habían organizado este desaguisado tuvieron entonces que continuar la representación como si se lo creyeran ellos también, y aún siguen en ello, aunque ahora ya sin guión actualizado, improvisando, y sin saber cómo sigue la representación.
Y la masa sigue ahí, esperando… qué? quién y cómo se lo cuenta ahora? cómo puede dejar de creer algo tan intenso que se lo ha creído y que se ha convertido en su principal tarea para encontrar su (nueva? propia?...) identidad? Aunque sus mismos políticos se arrodillaran ante ellos confesándoles su iniquidad, aunque les hicieran patente la cruda realidad, esa masa creyente no podría creerles, necesitan esa mentira como su única verdad. La que puede darle sentido a tantas marchas durante varios años, a tanto grito y bandera, fabricando una realidad social de lo que era una simple comedia para la gloria y divertimento de la clase política. Cabe un embrollo mayor?
        Y cuál es ahora el final? Para mí que necesitan un Sófocles o Esquilo que les remate la función. Un deus ex machina no podría darles la solución, no podría hablarles mientras se retuerce a carcajadas al ver confirmada la estupidez humana.


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