Las ONGs realizan una función humanitaria
allí donde no llega la acción de los Gobiernos. Es encomiable el esfuerzo y la generosidad
de los militantes en estas organizaciones benéficas que a veces conlleva
incluso el riesgo de su salud y de sus vidas. Pero también sirven de válvula de
escape para soltar la presión a la que nos someten las carencias e injusticias
que provoca este sistema de desigualdad.
La caridad para con los más necesitados no tendría cabida en una
sociedad igualitaria, ya que sólo es posible como consecuencia de la desigualdad
económica y social. La caridad es, pues, el reverso de la injusticia sin la cual no haría falta que existiera.
Las ONGs, por tanto, realizan una labor
que debería estar a cargo de las instituciones públicas, y con ello le dan un
aire y respiro al sistema en el que se perpetúa la desigualdad. Es en este
sentido que me congratulo y empatizo con las prácticas humanitarias, aunque soy
consciente de que su ámbito no puede transcender del área privada en que se
mueve, al tiempo que lamento que con estas prácticas tan dignas se refuerce y
fortalezca el sistema contra el cual se dirigen sus acciones, esto es, el
sistema que hace posible las situaciones injustas y de desigualdad.
La caridad no ayuda, pues a cambiar ni a mejorar el sistema. Sólo puede ejercer de paliativo a las carencias de los más necesitados. Si la justicia social debería tener como objetivo erradicar la pobreza, las ayudas humanitarias de las ONGs sólo pueden aspirar a aliviar las carencias de los pobres.
La caridad que nace como consecuencia de la desigualdad es un subproducto de la injusticia, necesita de ella para poder subsistir, es su reverso, la que la hace posible y permanente. Es por eso que no puedo evitar cierto rechazo a las obras de caridad: porque con ellas se perpetúa la injusticia de un sistema que la hace posible y necesaria.
Una pareja de amigos miembros de Entrepueblos, una Asociación de Cooperación para el Desarrollo, me envían el siguiente escrito que complementa el texto anterior:
La caridad no ayuda, pues a cambiar ni a mejorar el sistema. Sólo puede ejercer de paliativo a las carencias de los más necesitados. Si la justicia social debería tener como objetivo erradicar la pobreza, las ayudas humanitarias de las ONGs sólo pueden aspirar a aliviar las carencias de los pobres.
La caridad que nace como consecuencia de la desigualdad es un subproducto de la injusticia, necesita de ella para poder subsistir, es su reverso, la que la hace posible y permanente. Es por eso que no puedo evitar cierto rechazo a las obras de caridad: porque con ellas se perpetúa la injusticia de un sistema que la hace posible y necesaria.
Una pareja de amigos miembros de Entrepueblos, una Asociación de Cooperación para el Desarrollo, me envían el siguiente escrito que complementa el texto anterior:
Coincidiendo con las inquietudes que la acción humanitaria significa en
cuanto a parchear el sistema actual de desigualdades, sí que ocurre que esto ha
llevado a la reflexión dentro de muchas ONGDs sobre las causas de estos
procesos. Te hablo desde una de éstas, la Asociación Entrepueblos en donde
prácticamente todos sus proyectos de acción y colaboración, ya sea en los
países empobrecidos ya sea aquí, se centra en trabajar con procesos que
impliquen una transformación social a través de la concienciación, el
empoderamiento, la potenciación de redes y la sensibilización. Y todo ello en
un diálogo igualitario y bajo demanda de organizaciones locales de dichos
países y con el obligado eje de igualdad de género.
Desde esta perspectiva, los proyectos de los últimos años vienen
consistiendo en la defensa del territorio y del agua en comunidades amenazadas
por industrias extractivas, en proyectos que garanticen la soberanía
alimentaria, en proyectos que empoderen a la mujer en todas circunstancia, en
proyectos que potencien las organizaciones de base y que creen redes, y todo
esto vale tanto para los países empobrecidos como para el nuestro… en fin como
tantas veces hemos comentado, se trata “más que en dar peces en posibilitar
todo lo necesario para que puedan pescar.”
La concienciación y la
asunción de compromisos es la piedra de toque de este caminar.
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