miércoles, 15 de noviembre de 2017

1457 (X 15/11/17) Artes vivas, espacios y lenguajes escénicos

Nunca dirigí teatro. No sólo me lo impedía el pánico escénico sino que me intimidaba el uso del espacio limitado donde cabía todo un universo. Y donde, además, los actores se movían, el decorado era importante y la tercera dimensión tenía que ser tenida en cuenta. No en vano el espacio es la base en que se sustenta (se modula?) el tempo, el ritmo del tiempo. Por otra parte, en el cine el director es el que manda, mientras que en el teatro es el actor el que se enfrenta, sin red de seguridad, al público al que tiene que ganarse.
   Raquel Vidales nos desvela nuevas formas del teatro: las performances, el body art, las artes visuales, la danza, el teatro físico, el mimo, el arte de acción… El calificativo de arte vivo le viene de su entrada en museos y galerías, por contraposición a sus inmóviles cuadros y esculturas. Y el de living theater (teatro en vivo) se refiere a su salida a la calle exigiendo la implicación de los espectadores, la ruptura de los límites, la despreocupación por encuadrar los relatos en sus géneros, la mezcla de disciplinas (actores, escritores, directores de escena, coreógrafos, bailarines, artistas plásticos…) y la perversa intención de espolear al público asistente. “No queremos representar emociones. La emoción es algo que se debe provocar en el espectador, no en el actor”. Por no hablar de las interacciones entre las artes escénicas y las audiovisuales.
    Por otra parte, al igual que sucede en la arquitectura, las nuevas  generaciones giran de lo vistoso a lo genuino, de lo clamoroso a lo íntimo, del brillo (bling) a la desnudez (bareness), que ya “no sólo es una diversión sino una compulsiva significación”. La vuelta a lo sencillo y natural se debe a la falta de recursos pero también a un sentido ético de lo estrictamente necesario.
    Y ante tanto cambio, cómo reacciona el público? también tiene que cambiar? De hecho necesita tiempo para ir acostumbrándose a las novedades. Aunque Grotowski dice que “el público no existe como un todo. Cada espectador es un individuo aislado en la oscuridad de la sala. Y es lo bastante inteligente y sensible para no dejarse influir por etiquetas”.



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