domingo, 12 de noviembre de 2017

1454 (D 12/11/17) Gritos y silencios

También entre los nacionalistas españoles hay catetos de la talla de los fanáticos independentistas. Ahí está sin ir más lejos la ex-ministra de Zapatero, María Antonia Trujillo, profesora de derecho Constitucional! (pobres alumnos!) reclamando el boicoteo de productos catalanes y pidiendo perdón por haber bebido agua catalana de Font Vella, prometiendo no volver al restaurante donde había cometido ese delito de alta traición y lesa majestad.
      Estos y otros exabruptos, de ambas partes, son fruto de lo que Molly Crockett calificó de “indignación moral” tan eficaz para la cohesión del propio grupo. La indignación moral se expresa mediante gritos, orales o escritos, puños en alto o banderas ondeantes, siempre emocionantes, por lo que crean adicción. Lo cual aprovechan los que los manipulan para alardear de ser ellos la inmensa mayoría ya que pocos gritos se oyen más que muchos silencios.
Javier Cercas nos alerta del peligro de indignarnos por prácticas viciosas que reconocemos y denunciamos en los demás pero no somos capaces de verlas en nosotros mismos. Por ejemplo, la corrupción política nos indigna pero no nos percatamos de que la mayoría de los ciudadanos somos de la misma ralea: “país de pícaros donde quien paga sus impuestos pudiendo no pagarlos es un tonto del culo”, lo que nos permite deducir que “quienes más se enfurecen con los políticos corruptos, exhibiendo su virtuosa indignación moral, no lo hacen porque esos políticos hayan robado a manos llenas, sino porque no han podido hacerlo ellos... Un ejemplo de manual nos lo frece el periodista Federico Jiménez Losantos, porno duro".
     La indignación se expresa impunemente a través de las redes sociales gracias a la cobertura del anonimato, abundando entre los indignados los canallas, los psicópatas, los analfabetos, los tontos cultos, o los rencorosos y los locos. Se hacen notar por sus gritos y groserías y porque los que no alardean de esa arrogancia exhibicionista esconden su virtud en el silencio, que es la única forma de practicarla. Porque, como digo yo, aunque no venga mucho a cuento, si hubiera un dios sólo se le podría encontrar en el silencio.
        Y a ver si veo la viga en mi propio ojo y dejo de indignarme con los políticos como un psicópata, un canalla, un analfabeto, un tonto culto, un rencoroso, o un loco…

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