domingo, 12 de junio de 2016

1213 (D 12/6/16) Divagando

Aunque no viene a cuento, me permito una grave digresión, porque me apetece. Y porque a la mujer de un amigo mío la están volviendo loca en un hospital por culpa de lo que denunciamos en la entrada 947 del 7/11/14 sobre ética médica.
  Los médicos, como todos los profesionales, pueden sufrir una deformación profesional: viven por, para, en, entre, con, sobre, tras los enfermos. De aquí que contaminen la realidad con las enfermedades. Que las ven en todo su alrededor. Pueden confundir los enfermos, que son complejos, con las enfermedades, que son esquemas. La enfermedad es una, los enfermos son cada uno hijo de su padre y de su madre, de sus emociones, sus placebos, sus miedos. No hay enfermedades sino enfermos, que necesitan tanto más la atención y la sonrisa que el quirófano o la píldora. Los medicamentos, además, tienen contraindicaciones, daños colaterales, y lo que es peor, actúan en detrimento de las defensas naturales que debilitan cuando en realidad deberían ser el centro de atención de esta medicina occidental del negocio de la farmacopea. Quizás sea por eso, y con razón, que la sabiduría popular los llame, no sin cierto afecto, “matasanos”, por injusto que parezca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario