Merkel ofrece a Turquía entrar en la UE a
cambio de que actúe de dique de inmigrantes. Turkía es tan europea como
Ucrania. Más aún, Europa es de Turquía. Porque somos indoeuropeos, caucasianos, y con esa etnia nos identifican en los visados de USA.
Si Europa es hija de Grecia, por línea materna, también somos hijos, por línea paterna, de los
indoeuropeos que, entre otros valores, nos legaron la lengua, el
patriarcado, el calendario solar, el hierro y el caballo. Se conocen sus invasiones
masivas de familias enteras en carros de bueyes desde el valle del Indo hasta
el Danubio y el Mediterráneo en los años 4000, 3000, 2000 (aqueos) y 1200
a.d.n.e. (dorios, cuyo máximo exponente en los mitos griegos es Herakles/Hércules).
Esta última llegó hasta Egipto como “Pueblos del Mar”. Ya en tiempos más
cercanos, primer milenio a.d.n.e., los celtas llegaron hasta Escocia, Irlanda,
Huelva, Finisterre…
Las dos grandes obras de la mitología griega se sitúan en el año 1200 a.d.n.e. y en Turquía: Troya
en la Anatolia actual, con Aquiles como héroe, y los Argonautas en busca del
vellocino de oro (realmente cereales) en el Mar Negro, con Jasón y Medea como
protagonistas. Temístocles se apoyó en los jonios (atenienses
en Anatolia) como quinta columna enrolada en las naves enemigas, para ganar a
los persas la histórica batalla marítima de Salamina. Y no olvidemos que nuestra cultura actual
nació en Jonia, que era territorio turco habitado por griegos. Incluso Homero era de Efeso. La "civilización" mesolítica de ÇatalHöyük y el santuario de Göbekli
Tepe se remontan a más de 9.000 años a.d.n.e.
Los años oscuros griegos, 1100/800 a.d.n.e.,
se cuentan en la mitología helénica de un modo tan sencillo como éste: la noche
de bodas del roble (indoeuropeo) y la encina (griega, mediterránea) se celebró
en Dodona (oráculo al norte de Grecia) y duró 300 años. En efecto, tres siglos duró
la fusión de la cultura griega nativa pelasga de naturaleza maternal y calendario
lunar (la encina, en el mito) con la indoeuropea patriarcal y solar (el roble) estallando
en el 800 a.d.n.e como nueva cultura micénica/clásica de la que somos herederos.
Tres siglos de incubación silenciosa de los que no sabemos nada.
La indoeuropea es una de las seis grandes familias lingüísticas prístinas
y a ella pertenecemos, por lo que compartimos las mismas raíces en filología
desde el búlgaro al sánscrito, pasando por las lenguas eslavas, el griego o el
latín.
Así que no es que Turquía sea europea, que
evidentemente lo es, sino que Europa proviene de Grecia… y de Turquía.
Dado el peso que tiene la demografía en la democracia de la UE, las
reticencias contra la entrada de Turquía, sobre todo por parte de Alemania y
Francia, se deben al hecho de que con su población de 75 millones de
habitantes, casi tantos como Alemania, coparían altos cargos de las
instituciones europeas a expensas de los que ahora ocupan alemanes y franceses.
En su favor pesan otros factores como serían frenar la inmigración, hacer de
puente entre Oriente y Occidente y flexibilizar las relaciones con los países
musulmanes. En contraposición al peso de estos
argumentos en favor de la integración europea de Turquía, quizás los alemanes teman
el empuje de la quinta columna de 3,5 millones de inmigrantes turcos en
Alemania que les puede recordar la batalla de Salamina.
Bienvenida sea Turquía. Inshalá. نأمل
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