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jueves, 5 de marzo de 2015

1064.a. Economía feminista

Economía feminista
(Subversión feminista de la economía, Dra. Amaia Pérez Orozco,
Edit. “traficantes de sueños”, 2ª edic., octubre 2014)

   El texto, que se compone de una introducción, cinco capítulos y un epílogo, propugna la centralización del hogar en la economía desplazando del centro a los mercados (Economía, οικοΣ-νομία : regulación del hogar):

    El conflicto marxista capital/trabajo se nos ha quedado chico: hoy preferimos identificarlo como conflicto entre capital acumulado y sostenibilidad de la vida. Una vida sostenible como objeto y naturaleza de la economía es más amplia que lo que entendemos por economía. Además de producir, consumir, etc., hay otras esferas que forman también parte de la economía por más que el capital, núcleo del sistema, las ignore y oprima para hacerlas invisibles, tales como por ejemplo los trabajos no remunerados sin los cuales el BBVA no podría existir, y menos aún disfrutar de sus privilegios. El protagonista privilegiado es un Varón Blanco Burgués Adulto (BBVA) con una funcionalidad normativa: heterosexual. Así como los recursos materiales de la industria necesitan su mantenimiento para poder servir a los fines que les son asignados, así también el BBVA necesita un hogar, por ejemplo, donde descansar, restaurarse y vestirse…, todo lo cual requiere un trabajo, por más que pase ignorado. Trabajo que forma parte de la economía. Porque la parte visible del BBVA como iceberg sólo es posible apoyándose en el resto del cuerpo social y económico (el de la sostenibilidad de la vida) que tiene tanta o más envergadura que la parte superior que se ve. Esta parte sumergida sin la cual no podría sobrevivir el sistema está feminizada, no sólo por considerarse de menor rango sino porque además en gran parte lo producen las mujeres. La verdadera transformación del sistema consiste en desplazar estas esferas invisibilizadas desde la periferia en que están al centro que hoy ocupa el BBVA. Poner la sostenibilidad de la vida en el centro del sistema es, pues, una actuación feminista. Sólo así podremos superar el dualismo desigual de géneros. Sólo acabando con la división sexual del trabajo lograremos la igualdad entre los géneros. Pues todavía se rechazan las ambigüedades y se obliga a que los transexuales se definan por uno de los dos sexos.
    En el nuevo capital neoliberal los mercados son un conjunto de estructuras que permite que unas pocas vidas (el el 1%) se impongan como las dignas de ser sostenidas (y en su caso, rescatadas) a costa de todas las demás (el 99%).
    Al campo que ocupan los mercados (públicos y masculinos) hay que añadirles, además de los hogares (ocultos y femeninos), el Estado para proveer servicios públicos (asistencia social, dependencia…) que liberen a la mujer de esa doble carga que ha asumido al entrar en el mercado de trabajo. Si la responsabilidad en los cuidados debe ser compartida en los hogares entre hombres y mujeres, en lo macro la responsabilidad deberá ser compartida entre los hogares y el sector público.
    Cuando hablamos de sostenibilidad de la vida no sólo incluimos las actividades no remuneradas, incluso las afectivas, como parte integrante de la economía sino que exigimos generar condiciones para una vida que merezca ser vivida, por todos, y no sólo por una minoría.
    En nuestra sociedad actual el epicentro lo ocupa el capital acumulado que margina al trabajo no remunerado por considerarlo menor y feminista. Incluso llega a ocultarlo (invisibilizarlo). Cuando en realidad la calidad de una sociedad debería medirse por la calidad de vida de sus miembros más débiles.

    El capital del nuevo liberalismo es heteropatriarcal, antropocéntrico, androcéntrico y (neo)colonialista. El heteropatriarcado hace referencia a los trabajos no remunerados y a esferas invisibilizadas de la economía. (No se trata de que sean simplemente invisibles sino que el sistema actúa de manera que queden ocultas para evitar conflictos sociales.) El capitalismo opera en el mercado y en lo público mientras que el patriarcado lo hace en lo privado-doméstico.
    La parte oculta de la economía (el trabajo no remunerado, los cuidados, el hogar…) provee el ajuste en las crisis económicas

    El Estado del Bienestar se ha basado en la explotación de la naturaleza, en el expolio del Sur global y en la invisibilización de los cuidados prestados y trabajos no remunerados, que han sido feminizados. Su mal está en la raíz al ponerse al servicio del proceso de acumulación de riqueza, que disfruta una minoría a costa de que la gran mayoría ponga su vida al servicio de esos pocos. El Estado del Bienestar es un parche, una válvula de escape de un sistema injusto para amortiguar el estallido de conflictos sociales.

    Nueva nomenclatura: Una nueva realidad necesita nuevas palabras, para evitar el sesgo y la contaminación de vocablos pervertidos por sus connotaciones negativas. El lenguaje, generado en un sistema patriarcal, expresa y reconstruye las relaciones de poder, es un terreno de lucha política, y exige una conducta de desobediencia lingüística, mal que les pese a los pacatos que rechazan el lenguaje feminista por snob e innecesario. (Vaya como un brindis a los que sufren de urticaria, como Javier Marías, cuando ven la “x” ó @ bigenérica: Nadie empieza y acaba en sí mismx, en un espacio ajeno al de lxs otrxs...)
    Tres ejemplos de nuevos significados: crisis, producción, economía real. Cuando se habla de crisis se refieren a la esfera de la valoración del capital mientras que nosotros utilizaremos el concepto para significar los procesos que ponen en peligro la sostenibilidad de la vida. El término producción de riqueza es engañoso porque al no ponerle límites a la acumulación del capital lo que produciremos es un daño y a la larga una ruina mientras que nosotros no lo escindiremos de la reproducción. En cuanto a la economía real (producción y consumo de bienes y servicios) se habla de ella como contrapuesta a la financiera (donde lo que se compra y se vende es el propio dinero) mientras que para nosotros es un espacio mucho más amplio ya que abarca otras esferas que, por más que estén ocultas, invisibilizadas, por no remuneradas, forman parte de la economía.
   
Glosario:
        Austericidio: término erróneo que se aplica a la política neoliberal de la austeridad (déficit cero, prioridad de los intereses financieros sobre los derechos humanos). Significa lo contrario de lo que se pretende: matar la austeridad (homicida, matar a una persona, fratricida, matar a un hermano; uxori-cida, matar a la esposa, austericida: acabar con la austeridad, que es lo que pretendemos nosotros pero no la política neoliberal.) De donde que propongamos otro término, austérico, por ejemplo, ya bastante admitido.
         BBVA: Varón Blanco Burgués Adulto. (Se añade “h” para hetero-patriarcal.)
      crisis: financiera que deviene en económica para lo cual se aplica el remedio del déficit cero, cuando en realidad es consecuencia de un sistema que expolia la vida (humana y no humana).
       cuidados: asistencia privada y oculta en las desesidades (necesidades deseadas) de dependientes, niños y ancianos, y del propio BBVA, sin las cuales el BBVA no podría sobrevivir en su lucha masculina y exclusiva de acumular el máximo de capital.
         decrecimiento: vivir “mejor con menos”.
    deuda: la bicha del sistema neoliberal. Los grandes capitales se libran de ella socializándola (echándole la carga a la gran mayoría que ellos parasitan).
         desesidades: necesidades deseadas (por contraposición a las necesidades
consideradas como tales por los Otros, de suerte que se luche por los deseos de otros.)
estrabismo productivo: supone un nexo lineal inevitable entre empleo, salario y bienestar. Para solucionar las crisis económicas propone aplicar políticas de estímulo a la producción y al consumo. Propugna mercados auto-regulados, lo que implica un Estado inhibido al máximo posible. Para el capital la vida y su cuidado es un asunto privado a resolver por las mujeres.
financiarizado: traspasado del mercado económico al mercado financiero.
Cosa escandalosa: el sistema económico-social en el que vivimos.
gestiones comunales: para suplir las carencias de los servicios públicos.
heteropatriarcal: lo que hace referencia a los trabajos no remunerados y a esferas invisibilizadas de la economía.
invisibilizado en lugar de “invisible” hace referencia a su ocultamiento activo por el sistema para evitar (o amortiguar) el conflicto social. Hace referencia a la ausencia de su reconocimiento.
Lxs: los, las les.
refinancierización: proceso de transmutar los procesos económicos en financieros.
sostenibilidad de la vida: verdadero sentido de la economía que engloba tanto los mercados como los hogares, que es donde realmente se gestiona la vida económica (tanto la monetizada como la no remunerada, los cuidados y hasta la afectiva, incluyendo la reproducción). La apuesta feminista es ponerla en el (epi)centro. Es la despensa que depreda el capital para mantener sus tasas de ganancias.
teocracia mercantil: mirada hegemónica: con motivo de la crisis financiera y la deuda consiguiente, aplica la política austérica neoliberal que agrava los problemas que pretende saber solucionar. Los economistas neoliberales actúan como sacerdotes del dios-Dinero.
trabajador champiñónes aquél que sólo importa en la medida en que se incorpora al proceso productivo. Se parte de la idea de que la gente brota en el mercado dispuesta a trabajar y/o consumir por generación espontánea.

    En el cap. I del libro se trata la sostenibilidad de la vida como verdadera naturaleza de la economía. El punto de vista del oprimido debería tener la preferencia. Nuestro objeto son sujetos libres, son procesos, así como sus relaciones entre sí, lo que los hace cambiantes e impredictibles y nos recuerda que no podemos intentar una verdad universal. En esta esfera entra la reproducción como aprovisionamiento social y se trata de atender los procesos de satisfacción de necesidades humanas así como de ampliación de capacidades y libertades (desarrollo humano, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que no tiene que ver con el desarrollo equiparado con la expansión mercantil). La producción y la reproducción interactúan en un circuito integrado. Para lxs feministas hay una “pobreza oculta” en la dependencia de ingresos ajenos: en ese sentido una esposa oprimida que gasta 100 con ingresos de un marido opresor es más pobre que una madre soltera que sólo puede gastar los 50 que gane, por no hablar de la autoestima. También hay “pobreza (de tiempo”) cuando el tiempo libre es escaso e insuficiente para “vivir”. Las desesidades y cuidados a satisfacer son tanto materiales como inmateriales (emocionales), siendo indisolubles ambxs. El capital desplaza los afectos afuera de los mercados. Es hora de reconsiderar que los cuidados desplacen a los mercados del centro del sistema y que tengan que ser prestados como remunerados. Y que en lugar de prestarlos como hasta ahora principalmente por las mujeres, se realice por el Estado o gestiones comunales.
    Todos necesitamos cuidados, porque nuestras vidas son vulnerables. Los cuidados están entre el trabajo, el consumo y el ocio (el trabajo como castigo es una noción judeocristiana de donde el que “si disfrutas no es trabajo”); entre el mercado y el no-mercado, entre la autonomía y la independencia, entre lo público y lo privado, entre lo colectivo y lo individual.
    En suma, hay que poner el capital al servicio de la “vida” y no al revés como ocurre en nuestro tiempo. Pues actualmente son los sujetos invisibilizados los que asumen la responsabilidad de sostener la vida en un sistema que la ataca. La reducción de servicios públicos provoca la desigualdad. A la mujer se la sitúa en la clase social de su marido. La expansión económica de las empresas ávidas de acumulación de la riqueza no garantiza la vida sino que la ataca, por lo que más que económica es anti-económica.

    En el cap. II tratamos el conflicto de la sostenibilidad de la vida con la acumulación de capital: los mercados capitalistas, cuyo fin es generar para una minoría beneficios privados, se sitúa en el epicentro reconocido del sistema y pone la vida de una gran mayoría a su servicio. La economía real se ha supeditado a las finanzas. Y el modelo se basa en la desigualdad (estructural) y la reproduce. “Desarrollo sostenible” ha devenido en oxímoron (contradictio in terminis). Porque la acumulación es un proceso imparable e insaciable. Si se para, deja de crecer y de tener interés para los acumuladores. Y el hogar deviene en unidad de producción así como de consumo, aunque ello implique la mercantilización de la vida íntima..
    De acuerdo con Varoufakis, la deuda se vuelve trampa cuando se hace impagable. La trampa es además estafa cuando se traspasa la obligación de responder a la deuda a un colectivo al que no le corresponde.
    Se ha demostrado incoherente la pretensión del capital de hacer compatible la recuperación de beneficios con el mantenimiento de los salarios. Se proponía que el Estado del bienestar garantizara las condiciones de vida a través de los mecanismos de mercado. En la realidad el Estado se ha inhibido de su papel mediador y ello lo ha hecho mediante la privatización de los servicios públicos cuyas ingentes tareas, cada vez más, se vuelcan en man0os de (las mujeres en) los hogares. En la realidad se ha reforzado el papel hegemónico de los mercados y se han atacado las condiciones de vida para recuperar las tasas de ganancia y socializar los riesgos del capital (re)privatizando los de la vida (por no hablar de la garantía de los derechos humanos.) Aunque por ganancia no debemos entender sólo el dinero, también interesan el estatus y el ejercicio del poder.
    Todo aquello que constituye vida termina siendo reducido a su faceta de input para el proceso de valorización. Hasta las mismas personas devienen en recursos humanos. Incluso el tiempo hemos tenido que ajustarlo a los horarios y las jornadas laborales. Hasta el espacio se ha subordinado al capital: como ejemplo ahí tenemos la prioridad y prepotencia de los vehículos arrinconando los espacios de ocio y esparcimiento en beneficio del tráfico rodado.
    Las obligaciones del Estado de las que se ha venido inhibiendo van desde las telecomunicaciones al agua pasando por el suministro de energía, precios máximos y mínimos, salarios máximos y mínimos, además de la sanidad, la educación y la asistencia, la justicia y/o la remuneración y aseguramiento de las tareas domésticas. Al enfrentarse el capital con los trabajos, tanto los asalariados como los no remunerados, el capital se enfrenta con la vida.
    Es más, la inhibición del Estado en sus obligaciones se ha complementado con un aumento de sus actuaciones de represión, descaradas subvenciones y exenciones fiscales a los grandes capitales. Se rescatan bancos mientras se desahucian personas. Puede decirse sin temor a exagerar que el Estado liberal (económico y político) va de la mano del Estado represor (cívico y social); más aún, a un mayor descontrol del mercado auto-regulado va unida una mayor represión, dadas las desigualdades que se originan.

    En el cap. III veremos que la economía de rebusque, invisibilizada y de retales, privatizadas y feminizadas, son las estrategias de supervivencia que se desarrollan en los hogares, más acá del mercado. La expansión global se manifiesta en las emigraciones y hogares transnacionales. Se reagrupan las familias extensas por la imposibilidad de los hijos para tener autonomía y vivienda propia. Son esferas de la economía socioeconómicas ocultas que integran la producción con la reproducción. Pero la responsabilidad privatizada, femenina, invisibilizada, hay que substituirla por una responsabilidad colectiva. En efecto, es en los hogares donde se sigue intentando generar cotidianamente el bienestar. Hay una vuelta al trabajo agrícola, a las tareas domésticas y al mercado sexual como medios in extremis para paliar las carencias de ingresos debidas al desempleo y a la precariedad de los trabajos. Incluso el trabajo infantil!
    Es de notar que, al ser invisibilizados, los trabajos no remunerados no se reconoce como una contribución al conjunto social y por lo tanto no genera derechos sociales. Y si es inmigrante su invisibilidad económico social es absoluta, pues no se les considera sujetos políticos.
    La ética reaccionaria del cuidado prioriza el bienestar ajeno por encima del propio. La autosuficiencia masculinizada se apoya en una inmolación feminizada. A diferencia de las estrategias globales (el dinero no tiene patria) de valorización (acumulación) de capital, las de supervivencia son locales y se vinculan fuertemente al territorio. Por otra parte lxs dependiente arriesgan perder sus propias ideas y autoestima al sufrir la influencia de sus cuidadorxs.
    Pero el papel de los hogares se sigue encuadrando en el sector social, no en el económico, a pesar del impacto inmediato y evidente que tienen en el bienestar general, del que disfruta especialmente el macho-alfa. El paro deprime al varón tanto como estimula la imaginación y actividad de la mujer para buscar ingresos alternativos. A pesar de que su actividad se supone que la realiza por amor, pues si lo hiciera por dinero se la podría asimilar a la puta, que “trabaja” por dinero. La ética del cuidado es también reaccionaria por apuntalar el injusto Estado del bienestar haciendo de colchón en el conflicto capital-vida.
    El trabajador champiñón es aquél que sólo importa en la medida en que se incorpora al proceso productivo. Se parte de la idea de que la gente brota en el mercado dispuesta a trabajar y/o consumir por generación espontánea. Pero estos recursos son personas (recursos humanos) cuyas vidas han de ser sostenidas en un plano más acá del mercado. PORQUE LA VIDA, EN UN SENTIDO MULTIDIMENSIONAL Y HOLÍSTICO, NO SE RESUELVE EN LOS MERCADOS: NO ES EL CONJUNTO SOCIAL EL QUE ESTÁ EN MANOS DE LAS EMPRESAS SINO TODO LO CONTRARIO, SON LAS EMPRESAS LAS QUE DEPENDEN DE QUE FUNCIONE ESA ESFERA “MÁS ACÁ DEL MERCADO”. Conviene saber que se dedica más tiempo al trabajo no remunerado que al trabajo remunerado. Y que la ampliación del bienestar puede y debe estar en su faceta cualitativa. El trabajador champiñón acude al mercado con sus desedidades ya resueltas. El “hongo” de Hobbes, “seta venenosa” para Celia Amorós, es el Homo Oeconomicus de Robinsón Crusoe. Es en el espacio oculto de sostenibilidad de la vida donde se apoya el espacio mercantil de valoración (y acumulación) del capital. Es en el espacio oculto donde se regenera la fuerza de trabajo del espacio mercantil.
    La economía feminista no contempla el hogar como “home, sweet home” sino como un escenario de conflicto cooperativo. No sólo porque se rige por normas heteropatriarcales sino porque responde a criterios de amor y parentesco, género y sexo, más que funcionales.
    Que la mujer es un sujeto no económico lo demuestra el reconocimiento social de su actividad que es tanto mayor cuanto menor sea su valor económico. Y el hecho de que hasta hace poco se les reprochaba, si entraban en el mercado salarial, que estaban quitando un puesto de trabajo a los varones. Con el añadido de que su entrada en el mercado laboral no le quita su responsabilidad doméstica  lo que la obliga a un doble esfuerzo y encima peor remunerado.
    Los recortes del gasto público se inclinan más por el sector asistencial y de trabajos no remunerados lo que amplía la brecha de la desigualdad.

    En el cap. IV se denuncia que la producción sin límites genera precariedad, incertidumbre, exclusión y desigualdades. Lo que se traduce en falta de derechos y crisis de reproducción social. Hablamos de reproducción social por contraposición a la producción sin límites que impone el capital. La crisis de reproducción social nos incita a apostar por el ecologismo y el decrecimiento. La frase de James Marks en 2009: “nuestro código postal pude tener más importancia que nuestro código genético” hace referencia al medio en que vivimos y que nos afecta tanto o más que nuestro ADN, sobre todo en materia de salud.
    En un marco ecológico, generar riquezas, sin ponerle límites, es algo que nos lleva indefectiblemente a la destrucción de la riqueza. Procede, pues, revisar el contenido de los conceptos producción, crisis, desarrollo, riqueza, bienestar, trabajo… Y desfinanciarizar el sistema, poniendo las finanzas al servicio de la economía. Y rechazar la idea de que la naturaleza es un mero recurso para el progreso. Para lo cual habrá que incluir los derechos de la Tierra entre los derechos fundamentales. Generar riqueza (monetaria) no reproduce vida sino que la ataca. Urge la revisión de los contenidos de los términos económicos. Así los conceptos de femenino/masculino, civilizado/salvaje, occidental/no occidental (periférico), blanco/negro…, razón/emoción, alma/cuerpo, autosuficiencia/dependencia…, mercados/hogar, público/doméstico, producción/reproducción… La escisión entre lo económico y lo social se hace patente cuando se contrapone lo económico/objetivo/masculino con lo social/subjetivo/femenino. Un comienzo será encontrar términos “bisagra” que cubran ambos campos sin excluirse uno al otro.
    Esta Cosa escandalosa en que (mal)vivimos se apoya en una falta de responsabilidad social colectiva, en la ética reaccionaria femenina del cuidado y en las desigualdades consiguientes.

    En el cap. V se propone un decrecimiento ecofeminista: vivir “mejor con menos”. Si lo común tiene que constituir tanto nuestro punto de llegada como de salida, tenemos que reducir el consumo mercantil y controlar los recursos energéticos, al tiempo que hacemos púbica la esfera de la economía invisibilizada y ampliamos, compartiéndolas, las actividades comunales y no remuneradas. No es sino estúpido estresarnos por ganar dinero sin dejarnos tiempo libre para disfrutarlo.
    (De mi cosecha:) Qué haces todo el día tumbado? Estoy bien así, feliz. Pero si trabajaras podrías ahorrar dinero… Y? Y con ese dinero podrías realizar inversiones… Y? Y con las inversiones podrías ganar más dinero… Y? Y cuando tuvieras mucho, mucho dinero, podrías descansar y ser feliz. Sí? pues eso es lo que hago. (Aparte de que ese final feliz no cabe en esta historia de ambición que nunca cesa porque nunca se sacia.)
    Trabajando menos horas liberaríamos tiempo para disfrutar del ocio. Optar por la alegría nos liberaría del complejo judeocristiano de culpa que nos hace sentirnos culpables hasta por estar alegres, al rebelarnos contra el estigma de la culpa original en este “valle de lágrimas”. Hay que sustituir la meta del bienestar por la de felicidad. El discurso de la teocracia mercantil según  el cual “todos somos culpables” le sirve al capital para la imposición de sacrificios a mayor gloria y beneficio de la minoría privilegiada. Las vidas de la gran mayoría expoliada son víctimas de decisiones tomadas en esferas ajenas e inaccesibles. El “trabajo” es entendido como castigo divino (bíblico).
    Hay que condenar el Estado del bienestar por haberse sostenido sobre la depredación medioambiental, el expolio de países periféricos y la división sexual del trabajo.
    Para ello conjuguemos la acción del Estado con la auto-gestión, los servicios comunales y los servicios públicos con participación comunitaria. El elemento cohesionador debe ser la búsqueda de una responsabilidad colectiva. 


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