martes, 30 de abril de 2013

670 (M 30/4/13) Elogio de la Mentira

670 (M 30/4/13) Elogio de la Mentira
El mentiroso eficiente, profesional, ha de ser creíble, sincero y disponer de una capacidad asombrosa de irresponsabilidad y de desprecio hacia cualquier prueba que pueda demostrar la falsedad de sus manifestaciones. “La mentira para serlo debe nacer como verdad”, pues si no, no sería creíble y entonces no serviría como tal. De ahí que no quepa la mentira si antes no se conoce la verdad. Mentiras piadosas. Verdades a medias. “Si te dijera la verdad, mentiría”. Y hay que ser hipócrita, un hipócrita redomado, pues hipócrita es el que profesa virtudes en las que no cree y con ello se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia.
Algún cínico –el que suscribe, en algún subidón se tendría que apoyar para atreverse a decirlo- ha opinado que la verdad puede ser cruel y estéril, mientras que la mentira puede ser lúdica y fecunda. Con la mentira, la trampa, pudimos iniciar la caza mayor en el Paleolítico, y de mentira se alimenta la ficción, las historias y el teatro. Si la mentira es propiedad de quien la crea, la verdad no tiene dueño, lo cual no agrada a Machado quien glosa: “Tu verdad, no, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdala”. Albert Camus dijo: “No hay una verdad, sino muchas mentiras”. La verdad puede ser áspera y dura y el ser humano prefiere las ilusiones y las fantasías. Los científicos saben de la relatividad de la verdad y prefieren hablar de verosimilitud, pues la verdad proclamada tiende al dogma y a la intolerancia.
La verdad está unida al poder. La mentira no es exactamente decir lo contrario de lo que uno piensa: en realidad, es vivir lo contrario de lo que se habla. Todos tienen que justificar su forma de vivir. Los que gritan la verdad en general sienten la debilidad de no tenerla en absoluto, por eso chillan a ver quién es más rotundo afirmándola” (Angel Gabilondo). La verdad requiere un clima (Ramón Jáuregui). La gente no puede confiar, no podemos confiar porque no nos dicen todo casi nunca y sospechamos”.  La verdad no tiene dueño, pero su manejo, sí. La sospecha produce incrédulos y la incredulidad impide la cohesión social (Victoria Camps). No hay libertad si vivimos en el error, si no podemos distinguir entre hechos ciertos o falsos. Cuando en este ámbito alguien habla en nombre de la verdad nos echamos a temblar. No podemos dejar de pensar en las muchas tropelías que se han hecho en su nombre. Arrogarse la verdad clausura el debate (Fernando Vallespín).
        Si la política es un escenario de opiniones fluctuantes y mentiras estratégicas, también es el arte de gobernar con engaños, para lo cual tiene que generar eufemismos, máscaras y ambigüedades que den juego para tener entretenido al personal, sobre todo a los medios. El descaro es necesario para desarrollarse en este empeño. Y así tanto si les preguntas por la financiación ilegal de los partidos, como por los sobre-sueldos, o el cohecho continuado (20 años!) que hizo posible los dos anteriores, o los reaccionarios proyectos de ley de Costas, de los Registros, del aborto o de los matrimonios gays, o sobre los privilegios anti-constitucionales de la iglesia católica, en sus respuestas deberán salirse por peteneras con gracia y tronío, incluso rematando con un “somos el partido más cercano a los trabajadores” o como “el gobierno que primero ha legislado a favor del ciudadano en toda la vida de las hipotecas”, venga o no a cuento, pues no son las preguntas sino sus respuestas las que perduran. Y por si a alguien le quedara alguna duda, se le remata con la aberración de la más opaca Ley de Transparencia cuyo proyecto ya ha entrado en el Congreso, donde también puede comprobarse la honradez de sus ingresos en su web como demuestran sus declaraciones de renta. De lo cual es fácil deducir que la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos.
        Resulta pobre, muy pobre, pero eficaz, blindarse con pantallas de plasma opacas pero transparentes, en las ruedas de prensa sin preguntas que siempre son impertinentes. Con estas argucias el gobierno se blinda y aísla de la realidad sin percatarse de que ésta les tiene rodeados aunque la ignoren, se atreve a decir (o desearía?) Miguel Angel Aguilar. 

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