1. Partidos delincuentes
Según el último sondeo de Metroscopia, un 95%
de los españoles (o sea, unos 43 millones de personas) estamos convencidos de
que la corrupción de los políticos es alta y de que los partidos amparan a los
acusados de corrupción. Y un 65% creemos que el Estado ha perdido esta batalla
y que la Justicia no puede atajarla, vista su insoportable lentitud. Esto
quiere decir que todavía queda un 4% que no cree que el nivel de corrupción sea
tan alto. Quizás piensen así porque son ellos mismos los corruptos…, a ver, un
4% son unos 2 millones, y el número de políticos…, más asesores, familiares y
amigos enchufados…, sí que cuadra, debe ser por eso(*). Así que vivimos en un
país cuyos partidos políticos son delincuentes, bien por corruptos bien por
cómplices o encubridores de la corrupción. El último caso ha sido el UDC
catalán que, después de 10 años, 10 años!, acepta que desvió 388.000 € de
fondos de la UE para desempleados, metiéndolos en sus cajas, ignorando las
miserias que dejaban sin protección. Pero hay algo peor: de todo ese marasmo,
sólo 400 están imputados. Queréis ver lo peor?: en la cárcel no llegan a media
docena. Y aún peor: que, además, normalmente serán indultados. Ya está bien,
hemos terminado? No. Todavía puede ser peor: encima hay quienes les votan. Les
seguirán votando? Me temo que sí: el gobierno de Aznar provocó una
manifestación contra la invasión de Irak con el apoyo también del 96% de la
población… que pocos meses después le daba al PP una mayoría absoluta. Si los
políticos merecen nuestra reprobación por delincuentes, peor aún es el apoyo
popular que se les pueda dar después.
(*) He oído en directo por la radio al sr. Güermes asegurar,
enfáticamente, que el 99,9% de los políticos, por no decir más, son gente honrada, íntegra y volcada en el servicio
de los demás. Este prenda debe referirse a sí mismo (y sus laboratorios
externalizados para luego adjudicárselos) y a los Fabra de Castellón, su mujer (que se jodan!) y su suegro (el del
aeropuerto y las loterías como fuente de sus ingresos millonarios).
2. Al Gobierno le viene bien que emigren
Así, como suena. Al Gobierno le viene bien esta sangría de los
mejores, emigrantes, por varios motivos. Reducen el número de parados (y el Gobierno se lo
apunta!) porque han encontrado empleo, aunque sea en Nueva Zelanda. Al no
figurar como inscritos en el INEM, subsidios
que se ahorran. Y aún más importante: los que emigran son los más preparados, y
por lo tanto los críticos, los
más esforzados y valientes, los que se atreven a pensar por sí mismos, los que
fueron “adoctrinados” en los colegios por la asignatura Educación para la Ciudadanía, los incómodos para el gobierno, los
protestones, mientras que los que se quedan en el país son más conservadores,
los silenciosos que se quedan en casa para no entorpecer el tráfico con
manifestaciones. Y encima, los que se vayan remitirán divisas para ayudar a sus familias, miel sobre
hojuelas. Todo parecen ventajas. Porque inconvenientes…, que el gobierno sepa,
ninguno. Además, siempre tienen el lema de la portavoz del subsconsciente
pepero: que se jodan!
3. El Gobierno como ministerio de Propaganda
“Los organismos de información ejecutan el
papel de una gran maquinaria de desinformación cuyo único objetivo es diluir
cualquier transparencia. El asesinato de la verdad es el primer objetivo de un
propagandista: plantar ideas y hacer que las masas actúen de acuerdo con ellas.
Un Ministerio de Información deviene inevitablemente en un Ministerio Popular
para la Desinformación y la Propaganda. La línea estratégica consistiría en
mezclar las capas de la realidad manipulada con la inmensa infraestructura
propagandística del Gobierno, echar mano de resabios totalitarios usados para
otras experiencias con el fin de preservarse en el poder y hacer sombras
chinescas y maravillas y folletines para homogeneizar un producto deseado por
el status quo. El uso y abuso de los
medios de comunicación dominados y manipulados por el Gobierno tiene un fin
político sectario y predictible que no tiene que ver con la función
informativa. Un gobierno autocrático que se adueña de todas las instituciones
del Estado no informa, no dice la verdad. Nadie en su entorno goza de libertad
para expresarse con espontaneidad. La propaganda tiene el propósito de
contaminar y desplazar el interés nacional hacia donde lo crea necesario el
Gobierno…”, etc.
Esto lo escribe Israel Centeno refiriéndose a una Venezuela
postorwelliana. Seguro? Seguro que se refiere solamente a Venezuela? Leedlo de
nuevo y decidme si os suena.
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