1.
España: Estado registral, regístrense!
(Pilar
Blanco Morales*)
La privatización del Registro Civil…
es solo la punta del iceberg de un propósito de mayor calado: el anteproyecto
revela una ambición inaudita de controlar la vida de los ciudadanos,
controlándonos desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, pasando por
incapacitaciones, emancipaciones, matrimonios, separaciones, divorcios,
nulidades matrimoniales, parejas, testamentos, domicilio a efecto de
notificaciones, seguros de vida y quién sea beneficiario del mismo…, en fin,
todos los datos de nuestra vida, los más íntimos, vinculados al ejercicio de
derechos fundamentales y constitucionales,
que quedarán en manos de un cuerpo de funcionarios el cual, además, se
cuida de evitar cualquier control público. Los Registros incluyen el Registro
de la Propiedad y del Mercantil, el Registro Civil, el de Contratos de Seguros
de Cobertura de Fallecimiento, el de Actos de Última Voluntad, el de
Asociaciones y el de Fundaciones de ámbito estatal, entre otros. Se crea un
monstruo, un gran registro, al estar todos interrelacionados.
Los efectos de la inscripción son
contundentes: “los hechos inscritos existen y los actos son válidos y exactos
mientras el asiento correspondiente no sea rectificado o cancelado en la forma
prevista por la ley”; “la inscripción constituye prueba plena”; “los hechos
inscribibles no perjudican a tercero de buena fe, sino a partir de su
inscripción”. Todo ello implica una importante alteración del sistema de garantías
judiciales.
Grave es agredir a los ciudadanos
sumando privilegios a su ya privilegiada posición. Privatizan registros pagados
con nuestros impuestos (como el Civil o el de Asociaciones), para explotarlos
en beneficio propio. Pero lo más grave es que están en juego derechos
fundamentales y libertades civiles. Atado y bien atado, España se convertirá en
un Estado registral, que entrega a los registradores el derecho a la
privacidad, el derecho a contraer matrimonio, el derecho de asociación, el derecho
de fundación. Un Estado en que los registradores carecerán de límites para
interferir en la vida de las personas y controlarán el ejercicio de derechos
civiles y de derechos políticos, como el de asociación y el de fundación. Un
Estado en el que el marco de las libertades civiles deja de referirse al Estado
constitucional, para referirse al Estado registral. Una invención cuasi mística
de poder frente al ciudadano.
(*) (Pilar Blanco-Morales Limones, Directora General de los Registros y del
Notariado entre 2004 y 2009, es catedrática de Derecho Internacional privado en
la Universidad de Extremadura.)
2.
El discurso deshonesto de los políticos
Mª Soledad Gallego Díaz
El comisario de Asuntos Económicos,
Olli Rehn, defendió esta semana las políticas europeas de austeridad, frente a
la opinión del Fondo Monetario Internacional, cuyos expertos creen ahora que el
coste está siendo demasiado profundo y las consecuencias van a ser demasiado
prolongadas. Olli Rehn añadió: “Va a haber muchas tensiones sociales, porque
los ciudadanos no van a ver mejora en su vida cotidiana en algún tiempo”. Nadie va a
experimentar mejoras en su vida “en algún tiempo”, sea esa la medida que sea.
La deshonestidad en el discurso
político que padecemos los ciudadanos es formidable. Pretenden decirnos que no
es así; que, bien al contrario, es muy honesto porque nos cuentan lo que pasa
con rectitud. Como cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparece
tristemente ante nosotros para anunciarnos que hace “lo único que puede hacer”.
Pero es ahí donde se encuentra la deshonestidad política: lo que se pretende es
mantener la realidad, no transformarla. Se hacen discursos llenos de lo que
alguien calificó muy felizmente como “acelerones en punto muerto”, que dejan el
coche donde estaba y la realidad sin tocar. El discurso político honesto es
otra cosa. Las palabras por sí solas no cambian la realidad, por supuesto, pero
convocan a las fuerzas que sí tienen ese poder de transformarla.
Desde hace demasiado tiempo, los
españoles oímos discursos políticos que se limitan a glosar la realidad. En
lugar de dirigirse a ciudadanos que razonan con palabras capaces de convocarles
para cambiar esa realidad, se nos adormece con un discurso en el que se han
limado esas palabras, precisamente para que nos dejen paralizados. Una maraña
de discursos deshonestos que quieren hacernos creer que la realidad es
intocable, para que los ciudadanos
sigamos soportando el empobrecimiento de nuestras vidas sin límite de tiempo.
3.
La moneda del billón
Paul Krugman
(El desfase o déficit entre ingresos y gastos en el presupuesto de USA
se cubre aumentando los ingresos con impuestos, o rebajando los gastos
(sociales, algo que no quiere hacer Obama) o emitiendo deuda pública. Los
republicanos quieren forzar la reducción de gastos bloqueando la subida de
impuestos o la emisión de deuda. En este bloqueo la Administración demócrata busca
un resquicio legal: la moneda de platino del billón $USA. Que qué es eso?
Dejemos a Krugman que nos lo explique:)
Da la casualidad de que una turbia
cláusula legal otorga al secretario del Tesoro el derecho de acuñar y emitir
monedas de platino en la cantidad o denominación que elija. Esas monedas, como
es natural, estaban destinadas a ser piezas de coleccionistas, acuñadas para
conmemorar ocasiones especiales. Pero la ley es la ley y brinda una sencilla
aunque extraña manera de salir del bloqueo (que quieren imponer los
republicanos).
Así es como funcionaría: el Tesoro acuña
una moneda de platino con un valor facial de un billón de dólares (o muchas
monedas con valores inferiores, la verdad es que da igual). Esta moneda se
depositaría inmediatamente en la Reserva Federal, que anotaría la suma en la
cuenta del Gobierno. Y el Gobierno podría entonces emitir cheques contra esa
cuenta, prosiguiendo con las operaciones normales sin emitir nueva deuda.
Esto no sería una maniobra
inflacionaria por impresión de moneda. Aparte del hecho de que imprimir dinero
no es inflacionario en las condiciones actuales, la Reserva Federal podría
compensar y compensaría las disposiciones de efectivo del Tesoro vendiendo
otros activos. O solicitando más dinero prestado a los bancos, de modo que en
realidad el Gobierno estadounidense en su conjunto (que incluye la Reserva
Federal) seguiría endeudándose con normalidad. Básicamente, esto no sería más
que un truco contable, pero es algo bueno. El techo de la deuda es un ejemplo
de una tontería contable y emplear un truco contable para invalidarla resulta
correcto.
¿Pero no sería indigno el truco de la
moneda? Sí, lo sería, pero mejor parecer un poquito ridículo que dejar que se
produzca una crisis financiera. El deber del presidente es hacer lo que sea
necesario, por muy poco convencional o ridículo que parezca, para acabar con
esta crisis de rehenes. ¡Acuñe esa moneda!
(El
Tesoro no se atrevió. Está por ver si lo puede utilizar como ”moneda de cambio”
con los republicanos para incrementar el techo de la deuda)
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