Endogamias y otras aberraciones
1. Comunicación endogámica
Los gobernantes europeos se quejan de que Rajoy apenas habla.
- Es que está viendo pasar los cadáveres de sus enemigos.
- Y ya han pasado muchos?
- A lo mejor es que no sabe hablar idiomas.
- Será eso.
A los políticos les resultaría insoportable
conocer la opinión que nos merecen, por lo que tienen que ignorarnos si quieren
sobrevivir. De otro modo, la “disonancia cognitiva” podría volverles locos
(tanto por el aislamiento de la realidad como por remordimientos). Para
reemplazar esta carencia de información sobre la vida real y el rechazo de los
ciudadanos, los políticos tienen que crear su propia burbuja de comunicación.
Todo entre ellos, y sólo entre ellos. No hace falta decir que en ese espacio
cerrado sólo habrá halagos y felicitaciones por lo bien que lo hacen todo,
aunque la minoría que se manifiesta en la calle protestando sea tan
desagradecida. Como a ellos les va cada día mejor no podrán evitar atribuir ese
bienestar a la sociedad en su conjunto, y con eso su conciencia les deja
satisfechos. Aunque parezca una coña marinera, pura sorna, tales reacciones y
comportamientos se encuentran en las primeras lecciones de los manuales de
Psicología. De otro modo no se entiende que pudieran mirarse por la mañana en
el espejo.
2. Útiles y herramientas
Me desagrada comprobar tanto
androcentrismo en los guiones de los documentales sobre animales y la
naturaleza. Interpretamos y calificamos los comportamientos de todas las
especies, y no digamos ya de los mamíferos, con adjetivos y atribuciones de sus
conductas que sobrepasan lo cursi al asociarlos y asimilarlos a los humanos. Y
así, por ejemplo, el león dominante que ha vencido al anterior jefe de su
manada y mata a los cachorros para asegurarse una hembra receptiva y una nueva
descendencia del más fuerte, será calificado de salvaje, cruel y no sé cuántas
cosas más.
Otra muestra de nuestra torpe
hermenéutica, o perspectiva, es hablar de “herramientas” manipuladas por
algunos animales, como el palo que utiliza el chimpancé para sacar hormigas de
su guarida, como prueba de algún grado de inteligencia, que los acerque a los
humanos, para hacer la información más atractiva. El “útil” es un instrumento
natural que utilizamos para manipular algo; mientras que la “herramienta” es un
útil “fa-bri-ca-do” por nosotros para manipular lo que sea. La herramienta
implica un modelo mental que necesita de la inteligencia racional, mientras que
el “útil” es una habilidad más o menos ingeniosa que no nos da pie para hablar
de inteligencia humana. Bien es verdad que el “útil” es un hallazgo que,
aprendido, puede llegar a distinguir un grupo de otros que no lo hayan
conseguido. Si este hallazgo, cultural -sí, cultural en cuanto que es
aprendido, no genético-, posibilitara a un grupo sobrevivir en circunstancias
adversas donde otros grupos de la misma especie sucumbirían, podríamos
enfrentarnos a un útil que permitiría evolucionar hacia una especie nueva. Pero
eso no significaría que el útil fuera más que eso, un simple útil, no fabricado
por el que lo maneja. Cuidemos, pues, los términos y hablemos de útiles y no de
herramientas si no queremos confundir al personal.
3. La primera pareja
Hablan los antropólogos de un
grupo de un centenar de homo sapiens
como ancestros de los que provenimos (allá entre el lago Rodolfo y el lago
Victoria, tras un largo período de aislamiento que permitiera la evolución como
una especie propia). No me cuadra. Los varones me sobran (con uno me basta). Y
en cuanto a las hembras, todas ellas provenían como hijas de unas madres que a
su vez eran hijas… de una sola madre! Llega un momento en que tenemos que
acercarnos a la cúspide de la pirámide donde una mujer, una, fuera la madre de
todas las que vendrían después.
El mito de Adán y Eva, por tanto, a
estos propósitos es correcto al hablar de una primera pareja. Se equivoca en
muchas otras cosas. Por ejemplo en hacer de la mujer un subproducto del varón.
Realmente la primera hembra-madre pudo ser fecundada por cualquier macho no tan
distanciado de su especie evolutivamente que permitiera una reproducción a su
vez reproductora, pero cualquiera valía. Sería ella, y su mitocondria, la que
marcaría los rasgos de una nueva especie de la que todos derivamos.
El éxito reproductivo y exogamias
consiguientes nos indujo a “alianzas” entre distintos grupos que nos
permitieron salir de la endogamia. Y con ello, conseguimos la diferencia de
razas y enriquecedora biodiversidad cultural que hizo posible esa maravilla de
lenguas distintas, incluido el catalán.
Pero esa es otra historia que merece una atención particular.
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