1. Analfabetismo político
La culpa de todo eso la tiene
Zapatero, repiten como un mantra, más alto cuanto más analfabetos, en las
oficinas, los talleres, en los bares… Hoy he llegado a leer en una carta al
director de El Heraldo de Aragón que
alguien propone como salida de la crisis que metan en la cárcel a Zapatero. Yo
no he votado nunca, ni al PP ni al PSOE ni a ningún otro, aunque simpatizaría
con partidos de derechas civilizados, nunca con éste, ni votaré hasta tanto se
reconozcan los votos en blanco con escaños vacíos en el Congreso, como muestra
de aversión por el sistema (este sistema). Quieren meter en la cárcel al soso
de buena fe, pobre Zapatero, dejando fuera a estos delincuentes que nos gobiernan! cabe mayor
aberración? Habrá que aceptar que tenemos el gobierno que merecemos. Ya se
encargan de adoctrinar a los escolares para que permanezcan en el
analfabetismo del que se alimentan..
2. Estado policial
Mira que lo vengo diciendo, que
todos los síntomas son de que vivimos en un nuevo estado policial, o no tan
nuevo, porque no habíamos acabado de salir del anterior. A este paso llegaremos
al espionaje entre hermanos, obligados a denunciar a quien se atreva a disentir
del régimen. Al tiempo, si nadie lo remedia. El desmadre de la policía
investigando por su cuenta sin autorización judicial cuando pueden vulnerarse
derechos fundamentales, como es el caso de la indagación policial sobre la vida privada y cuentas bancarias de Mas y Pujol en Sudamérica y Suiza, se remata con la declaración por la tele de un jefe
comisario que se escandalizaba de que nos escandalicemos sobre su práctica
diaria: “acaso el 90% de las investigaciones policiales no se hacen sin
autorización judicial? si hubiera que solicitarla paralizaríamos las
investigaciones que son las que sirven para aportar datos y pruebas a los
jueces y fiscales”, argumentaba el nota. Pero lo cierto es lo contrario, como ha tenido que aclarar la Fiscalía del Estado, esto
es que, cuando puede afectar a derechos fundamentales, se necesita autorización
judicial desde el comienzo, estando prohibidas las llamadas causas generales
dirigidas a la busca genérica de posibles infracciones penales. Así que algo
gordo falla aquí. El efecto de este abuso lo estamos viendo en “informes en los
que se aíslan datos reales, basados en hechos probados incluidos en sumarios, y
se mezclan con otros datos procedentes de fuentes anónimas, no contrastadas por nadie, en algún caso falsos
y en otros muchos resultado de elucubraciones sin fundamento”. La Ley de
Enjuiciamiento Criminal prescribe que, salvo fuerza mayor, los funcionarios de
la Policía Judicial darán conocimiento a la autoridad judicial o al Ministerio
Fiscal, en un plazo máximo de 24 horas, de las diligencias practicadas.
3. El euro más como brida que como
moneda
La política económica practicada
en Europa bajo la batuta de Bruselas y Alemania ha hecho que el euro se haya
convertido en una trampa para los países del Mediterráneo. Las medidas fallidas
como palos de ciego o prueba de ensayo y error sólo tenían una idea clara: que
al entrar los latinos en el euro, el derroche de los gastos públicos pudiera
ocasionar una inflación en toda Europa, y por lo tanto afectara a los países
del norte. El ejemplo de Grecia, falseando las cuentas, les confirmó en su
postura hasta el punto de imponer, y lo consiguieron, que tuviéramos que
cambiar -en cuestión de horas- la Constitución para incluir el compromiso de la
disciplina financiera por encima de cualquier otra medida. Y cerraron el grifo.
Y con el cierre del grifo nacieron las bacterias de las primas de riesgo, puro
efecto de la desconfianza generada por la propia política económica, así como la imposibilidad de devaluar
nuestra moneda fuera de la devaluación de los salarios. Descubierta la
falacia del euro como moneda única, el presidente del Banco Central Europeo,
Mario Draghi, se tiró un farol: “como me harte cojo y financio en el mercado secundario y sin límite a los
países con problemas de deuda", avalando su liquidez frente a
terceros. Y como ganó la apuesta, no ha tenido todavía que aplicarlo. Y es al
llegar a este punto cuando el profesor Jorg Bibow augura que la política
económica actual es un remolino en el que nos hundiremos cada vez más hasta el
punto en que estallemos mediante la disolución de ese fantasma, que no existe y
que dimos en llamar euro. Es sólo cuestión de tiempo. La estabilidad de una
moneda no puede asentarse en un farol del presidente del Banco Central Europeo,
que para empezar ni siquiera funciona como tal banco.
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