Iú Es Ei! Iú Es Ei! Iú Es Ei!
1. Carencias made in USA
Confieso mi admiración por un
país que me becó para un postgrado universitario (fue en McGill de Montreal,
pero la ayuda era una beca Ford). Y cuando digo “país” me refiero a su gente,
algo menos a su cultura y aún menos a sus gobiernos. Admiro su movilidad social
(cada vez menos), su ingenuidad, su capacidad de movimiento, su aceptación de
los cambios, su amalgama de etnias y culturas, el apoyo inmediato económico y
social a cualquier iniciativa individual, empresarial o privada. Por eso me irritan sobremanera
sus carencias tales como Guantánamo, los drones
(aviones sin piloto teledirigidos que sirven para matar al primer
“terrorista” -o talibán- que se les ponga por delante) o el cerrilismo que
muestran en las Universidades cuando, rechazando en bloque a Darwin, imparten el dogma del creacionismo. Por
añadir un par más, ahí está la desigualdad social, defendida sin pudor, o la
pena de muerte vigente en tantos estados.
2. USA contradictorio
Con el icono de la libertad como
señera -ahí sigue la estatua de la antorcha- y con la excusa de la defensa
antiterrorista, las colas para el control de pasaportes en los aeropuertos
pueden durar horas, el cacheo de los cuerpos puede llegar a intimidatorio por
lo vergonzante, y el roce a todas luces involuntario con una señorita en la
cola de McDonald puede terminar contigo en el juzgado por denuncia de acoso y
en prisión por tiempo indeterminado sin las suficientes garantías jurídicas. O,
por el otro extremo, la libertad sirve de apoyo al suministro armamentista que
desemboca tan frecuentemente en asesinatos a mansalva por un quítame allá esas
pajas. Si añadimos el analfabetismo galopante, terminaremos concluyendo que
este país es contradictorio y cabe en él lo más extremo, tanto por el lado
bueno como por el perverso.
Un caso gráfico nos lo da Detroit, de Michigan, esa ciudad de 1,89 millones de habitantes en 1950 que en poco más de medio siglo ha enflaquecido un 63% hasta 700.000, esa polis que ha devenido en una jungla urbana, con 800.000 edificios vacíos, cuya despoblación, la mayor después de New Orleans tras el Katrina, puede deberse a muchas causas entre las cuales el frío, los conflictos negros en 1967, o la violencia, pues junto la ciudad de Flint, a 110 kms., Detroit es la ciudad más conflictiva del país. El valor medio de una vivienda es de 9.000 $USA. Casas hay en el extrarradio que se pueden comprar por un $USA simbólico. La emigración urbana y un paro del 50% (aunque oficialmente se venga dando un 18%) ha reducido los ingresos por impuestos municipales hasta el punto de no poderse ofrecer los servicios básicos. Un analfabetismo del 49'% y una tasa anual de criminalidad de 21,7 delitos por cada 1.000 habitantes, se complementa con cerca de 100 incendios la noche de Halloween y una media de 30 al día. Pues bien, en este entorno salvaje se ubica el corazón del imperio del motor, la General Motors, por si no lo sabíais.
Un caso gráfico nos lo da Detroit, de Michigan, esa ciudad de 1,89 millones de habitantes en 1950 que en poco más de medio siglo ha enflaquecido un 63% hasta 700.000, esa polis que ha devenido en una jungla urbana, con 800.000 edificios vacíos, cuya despoblación, la mayor después de New Orleans tras el Katrina, puede deberse a muchas causas entre las cuales el frío, los conflictos negros en 1967, o la violencia, pues junto la ciudad de Flint, a 110 kms., Detroit es la ciudad más conflictiva del país. El valor medio de una vivienda es de 9.000 $USA. Casas hay en el extrarradio que se pueden comprar por un $USA simbólico. La emigración urbana y un paro del 50% (aunque oficialmente se venga dando un 18%) ha reducido los ingresos por impuestos municipales hasta el punto de no poderse ofrecer los servicios básicos. Un analfabetismo del 49'% y una tasa anual de criminalidad de 21,7 delitos por cada 1.000 habitantes, se complementa con cerca de 100 incendios la noche de Halloween y una media de 30 al día. Pues bien, en este entorno salvaje se ubica el corazón del imperio del motor, la General Motors, por si no lo sabíais.
3. USA in extremis (el abismo fiscaaal…!)
A ver si los
próximos años para aprobar los presupuestos no tenemos que montar el número, se
quejó Obama tras romper sus vacaciones de fin de año para reunirse con los
republicanos a fin de llegar a un acuerdo sobre los impuestos que deberían
cubrir el déficit presupuestario. El dilema era gravar a los ricos con más
impuestos, un 5% más a los ingresos superiores a los 450.000 $USA, del 35 al
40%, o, por el contrario, cargar más a la clase media, hasta cubrir el desfase
de 600.000 millones $USA. (Vidal-Folch corrige estas cifras cifrando en 668.000
millones el desfase –un 5% del PIB- y en 532.000 los ingresos adicionales a
tributar, por lo que aún habrá que reducir gastos sociales por 136.000 millones
$USA. Ya podrían darle a Montoro una beca, Ford o Fullbright, para un curso
intensivo con regalo incluido de una calculadora.)
El límite de tiempo era el año 2012,
el 31 de diciembre 11:59 pm, pero in
extremis (que en este caso significaría solamente fuera de plazo) se permitieron la prórroga hasta el próximo día
uno de enero, aprovechando que era fiesta (“lo prorrogamos un día, se vale?”, “bueno,
venga, vale”) para llegar a un acuerdo que evitara a USA precipitarse en el
abismo fiscal, y con él al mundo entero, brrrooommm...! Los medios alertaron de un
nuevo fin del mundo, del desastre que se avecinaría con motivo del abismo
fiscal, etc…, y Obama avisó a los republicanos que, o llegaban a un acuerdo fiscal
para corregir el déficit o la gran mayoría de los norteamericanos conocerían
perfectamente a los culpables de que tuvieran que asfixiarles los impuestos,
por no haber querido los ricos y los republicanos arrimar el hombro. Como no
podía ser de otra manera el acuerdo se logró -in extremis, insisten los
medios-, el Senado lo ratificó por una gran mayoría (10 a 1, 89/8) y la Cámara
de Representantes lo confirmó al día siguiente por 257/167. Previsible, por
cierto. Y aunque no hubieran llegado al acuerdo, Obama podría siempre haber
tirado por la calle de en medio. Así que con lo que me quedo no es tanto con el
tema de fondo como con la histeria mostrada por los medios en este precipicio,
este monte que iba a parir, lo dijo Ovidio, y que al final, in extremis,
lo que nació resultó ser un ridículo ratón.
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