lunes, 7 de enero de 2013

557 reflexiones y otros disparates del día (17/1/13)

Términos contradictorios
1. Augures, no agoreros
El año 2013 irá menos mal que el 2012 pero en 2014 remontaremos, auguró el Pinocho Rajoy, lo cual debemos entender, ya lo sabemos, justamente del revés: que 2013 será peor que el 2012 y que en el 2014 de remontar nada, con lo cual el augur se nos vuelve agorero. Los técnicos, economistas y organismos competentes en la materia dicen, tirando por lo fácil y evidente aunque sin tener ni idea de lo que hablan, que subirán los precios (costes) de los servicios básicos, se dispararán los impuestos, bajarán todavía más los ingresos de los asalariados, pensionistas y funcionarios. O también recesión, con inflación y hundimiento del poder adquisitivo. La deducción es fácil, pues si dicen que no van a subir el IVA, es seguro que lo subirán; si sugieren que ha llegado el momento de regular las huelgas, seguro que las limitarán; si les molestan las manifestaciones en las calles y las grabaciones de los mamporrazos de los policías, buscarán las fórmulas
“legales” para despojarnos de nuestro patrimonio, vender empresas públicas, desmontar los servicios públicos, deteriorar la democracia y endurecer, si cabe, más la vida de los más débiles, amedrentando a la población para que no salga a la calle a protestar. La estupidez en el 2013 sucederá al crimen del 2012, augura Almudena Grandes, a quien le quedan ánimos y fuerza para gritar: “Sed felices” (no es un deseo, es una orden), “cuidad a los que tenéis cerca, sonreíd a los adultos, acariciad y haced cosquillas a los niños, cantad y bailad viejas coplas, alegres o nostálgicas, bien agarrados, besaos mucho, todo lo que podáis, y esmeraos en cocinar platos sabrosos, en mesas vestidas con manteles blancos.” Que aprovechemos las mañanas de sol y las tardes de lluvia, que nos mostremos orgullosos de nuestro amor, que lo derrochemos. Porque nuestra felicidad será su derrota.
2. Las cópulas de la cúpulas
Todos son iguales, cuando están en el poder, los de izquierdas y derechas, los políticos, los jueces, narcos, los banqueros, empresarios, abogados…, una vez en la cúpula “allegados son iguales, los corruptos y los ricos”, que diría un Jorge Manrique moderno a la muerte de su padre. Nuestras sospechas sobre la naturaleza mafiosa de la clase elitista, una en esencia y múltiple en sus manifestaciones, no son histerias o paranoias, son la pura, cruda y ruda realidad. Cuando los nobles Diomedes, griego, y Glauco, troyano, se reconocieron en plena batalla, dejaron las armas y se sentaron a compartir recuerdos mutuos, alertándonos de que, por fuerte que sean sus inquinas militares o patrióticas, más profundos son los lazos e intereses de clase que los unen (terminaron intercambiando sus armas en lo que perdió Diomedes pues las suyas valían tres esclavas mientras que las de Glauco no valían más de tres trípodes). Deberemos estar ojo avizor con lo que pasa con el caso Gürtel. Como nos descuidemos son capaces de anular todas las actuaciones procesales y cerrar el expediente, en el que están implicados sopotocientos del PP por la financiación ilegal de su partido, aduciendo que las grabaciones por orden de Garzón fueron declaradas ilegales, como en efecto han iniciado ya los abogados defensores. Y si todos, en las cúpulas, se arroparán entre ellos y se aferrarán a sus sillones sin llegar ni a plantearse un cambio en el sistema, no quedará más remedio que acabar con todos. A lo cual no podemos esperar que se presten voluntariamente.
3. Deontología criminal
Imaginemos un abogado, los hay, que defiende a un criminal confeso que ha matado a mujeres y niños a los que ha robado millones que tiene resguardados en paraísos fiscales encriptados. Y que gana el pleito, aunque para el caso no hace falta. Su deontología profesional le obliga a ello, pero su complicidad con el 
crimen lo convierte en criminal, o cómplice al menos, por su comportamiento que nos resulta difícil imaginar a menos que nuestro “héroe” se lleve un buen pastón, que probablemente guarde en paraísos fiscales también. Con lo cual resulta que una deontología profesional puede, en algunos casos, incidir en una deontología (moralmente) criminal. Podíais imaginar algo parecido?



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