1. Diagnósticos, epítetos y otros adjetivos
Insoportable y antipático gobierno es el comienzo del diagnóstico que hace Javier Marías en su “zona fantasma” semanal. Pero se lo explica porque, dice, lo llevan en los genes. Sus ministros son tan bordes o más que los de Aznar. Siguen la consigna del Gobierno de “no sólo machacar y desmoronar a la ciudadanía (con su política de ajustes y recortes) sino que, además, hay que descorazonarla y agriarla con desabrimiento y chulería, con malos modos y peores caras, con tonos despectivos y expresión de asco”. Cospedal y Gallardón se nos muestran amargados, cortantes y secos, cuando no de colmillo retorcido (en el caso de ella) o amenazadores (en el de él). Otros no han requerido transformación, sino que seguramente fueron nombrados, en parte, por su antipatía congénita. Para sus amigos y parientes podrán ser un cielo, pero no me digan que no cuesta imaginarse como un cielo a las tenebrosas Báñez y Pastor, al despreciativo Montoro (con su vocezuela), al engoladísimo Guindos, a la tiesa Botella, al fúnebre Fernández Díaz, al agreste Arias Cañete, al solapado Rajoy… (Al beato Wert podían meterle en el museo de cera pero no en efigie sino en persona). El presidente de Bankia parecen haberlo buscado entre los sepultureros de Stevenson o los usureros de Dickens. Los jerarcas de la Conferencia Episcopal, así como la mayoría de los periodistas afines al PP servirían para asustar a los niños. Las presentadoras de las televisiones y radios esbirras tienen el aspecto de Joan Crawford interpretando a arpías.
Debemos felicitar por partida doble a los andaluces que improvisan sus quejas flamencas en las oficinas bancarias y a los sanitarios madrileños que protestan con coreografías, por elevarnos el ánimo al tiempo que subrayan, por contraste, el permanente avinagramiento de quienes nos gobiernan y hunden, y de quienes los jalean sin cesar.
Insoportable y antipático gobierno es el comienzo del diagnóstico que hace Javier Marías en su “zona fantasma” semanal. Pero se lo explica porque, dice, lo llevan en los genes. Sus ministros son tan bordes o más que los de Aznar. Siguen la consigna del Gobierno de “no sólo machacar y desmoronar a la ciudadanía (con su política de ajustes y recortes) sino que, además, hay que descorazonarla y agriarla con desabrimiento y chulería, con malos modos y peores caras, con tonos despectivos y expresión de asco”. Cospedal y Gallardón se nos muestran amargados, cortantes y secos, cuando no de colmillo retorcido (en el caso de ella) o amenazadores (en el de él). Otros no han requerido transformación, sino que seguramente fueron nombrados, en parte, por su antipatía congénita. Para sus amigos y parientes podrán ser un cielo, pero no me digan que no cuesta imaginarse como un cielo a las tenebrosas Báñez y Pastor, al despreciativo Montoro (con su vocezuela), al engoladísimo Guindos, a la tiesa Botella, al fúnebre Fernández Díaz, al agreste Arias Cañete, al solapado Rajoy… (Al beato Wert podían meterle en el museo de cera pero no en efigie sino en persona). El presidente de Bankia parecen haberlo buscado entre los sepultureros de Stevenson o los usureros de Dickens. Los jerarcas de la Conferencia Episcopal, así como la mayoría de los periodistas afines al PP servirían para asustar a los niños. Las presentadoras de las televisiones y radios esbirras tienen el aspecto de Joan Crawford interpretando a arpías.
Debemos felicitar por partida doble a los andaluces que improvisan sus quejas flamencas en las oficinas bancarias y a los sanitarios madrileños que protestan con coreografías, por elevarnos el ánimo al tiempo que subrayan, por contraste, el permanente avinagramiento de quienes nos gobiernan y hunden, y de quienes los jalean sin cesar.
2. Desigualdades económico sociales
Los rasgos del nuevo capitalismo son el beneficio financiero fuera de la economía productiva (más que financiar la producción de bienes y servicios se juega, compra y vende, el propio dinero), su globalidad (han roto todas las fronteras), la desigualdad económico social (que se ha hecho impúdica y descarada con el peligro de estallido de una violencia social) y el abaratamiento de la mano de obra cada vez más sustituida por avances tecnológicos (robots y demás artilugios electrónicos e informáticos).
Los rasgos del nuevo capitalismo son el beneficio financiero fuera de la economía productiva (más que financiar la producción de bienes y servicios se juega, compra y vende, el propio dinero), su globalidad (han roto todas las fronteras), la desigualdad económico social (que se ha hecho impúdica y descarada con el peligro de estallido de una violencia social) y el abaratamiento de la mano de obra cada vez más sustituida por avances tecnológicos (robots y demás artilugios electrónicos e informáticos).
La brecha de la desigualdad es ya muy grave y vertiginosa,
aparte de que dificulta el desarrollo económico y social. Pero lo peor no es
todo eso, sino que, en aplicación de los principios neoliberales que se han
hecho patentes, se proclama la necesidad casi dogmática de rebajar los
impuestos a las grandes empresas y a los más ricos, con la disculpa de que así
crecerá la economía (falso), se crearán empleos (ignorando la realidad), y
saldremos todos beneficiados (sólo
ellos, y añaden: “a la larga”, cuán largo me lo fiáis), cuando la realidad es
justamente lo contrario.
3. Lo peor está por llegar
La previsión del Gobierno para
los próximos dos años es que en el 2014 empezaremos a repuntar. No tienen
motivos ni conocimientos para decirlo pero ya no nos afecta pues sabido es que
están contradiciendo cada día la cruda realidad. La realidad es que ahora, ya,
incluso cambiando de gobierno, harían falta dos décadas para recuperar los
niveles existentes antes de la crisis. Al acabar este año 2012 la deuda pública
se acercará al 100% del PIB, uno de cada tres euros del presupuesto se irá para
pagar los intereses de la Deuda, una de
cada cuatro personas vivirán por debajo el umbral de la pobreza y cerca de 2
millones de hogares tendrá todos sus miembros en paro. La ONG Intermon Oxfam
junto con la UNICEF y otras organizaciones como Médicos del Mundo acaba de
publicar un informe Crisis Desigualdad y
Pobreza en el que prevén, si el gobierno se empecina en su política de
ajustes y recortes, que dentro de diez años el 40% de la población española (18
millones de personas, dos de cada cinco) estarán en situación de pobreza, en
una sociedad dual sin clase media, y habiendo perdido tres generaciones de
bienestar social, derechos sociales y democracia. Stiglitz subraya que la
crisis está haciendo más daño a los valores democráticos que cualquier régimen
totalitario. La ausencia de bienestar redunda en deterioro de la calidad de la democracia.
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