1. Wert negoció en sigilo con la
iglesia…
Comentario anónimo: Me pregunto cuántos seguidores de este blog se leerán hasta el final párrafos tan largos y difíciles como este de Krugman.
Se trata de la educación en España, por supuesto.
Quién lo diría? quién podría imaginar este trasiego de informaciones, este toma
y daca…, o mejor este toma, toma, toma… La noticia es el “sigilo” con que
llevaron a cabo las reuniones, reptando sinuosamente, dejando las camisas con
las escamas viejas a lo largo del discurso, castigando a los alumnos rebeldes
que opten por no querer cursar la materia de religión con la obligación de otra
asignatura alternativa fuerte. Y de postre, eliminando la obscena “Educación
para la Ciudadanía”, donde se instruía, enseñaba y alentaba a los jóvenes a
promiscuirse con los de su propio sexo, puaf! atribuyendo a los ciudadanos sus
propias aberraciones practicadas o reprimidas. A las Comunidades Autonómas no
se les dio acceso a estas conclusiones, entregadas al final como lentejas, el
mismo día anterior de la polémica reunión de la que se ausentó la Consejera de
Educación del gobierno catalán. Y de paso, los niños con los niños (lo que
prohíben leer lo inducen a practicar) y las niñas con las niñas, y la
financiación pública para los colegios privados. A los otros, que les den. A
ver si nos enteramos.
2. Los ricos no tienen perdón de
dios
Pero sí gozan del perdón por sus
delitos en esta tierra cuando son condenados. Roban, corrompen, parasitan,
explotan… y no pasa nada. Pero si se pasan de rosca, tranquilo, los procesos
penales de los ricos duran años, décadas, prescriben, se recurren… Y si a pesar
de todo, les condenan, aquí están sus amigos, parientes o políticos, para
indultarles. Sabéis que los más indultados son precisamente los de la
Administración? Da igual que sea por cohecho o por torturas, el caso es que
todos vivan tranquilos, inmunes, sabiendo que son impunes. Cómo podemos
presumir de democráticos cuando nuestros gobiernos pueden indultar
discrecionalmente, y lo hacen, con una prodigalidad a troche y moche, sin que
nada ni nadie les pueda controlar ni poner freno? Y esto no es todo, el indulto
suele llevar aparejada la nulidad de la inhabilitación. En la mitad de los
casos, pues la otra mitad ya no vuelve al mismo puesto de caza. O sea que la
mitad pueden volver al mismo puesto o cargo para que sigan delinquiendo, esta
vez con más cautela, suponemos. Y si se presentan de nuevo a las elecciones,
tienen garantizada la mayoría absoluta, o al menos con más votos que cuando
ganaron. No me preguntéis por qué, no tengo ni idea. Cada vez lo entiendo
menos.
3. Paul Krugman ataca de nuevo: el paro, un problema de clases
Seguimos
sufriendo una crisis de empleo. Pero todo el mundo habla del “precipicio
fiscal”. De hecho, una encuesta reciente indica que una gran mayoría de los
ciudadanos cree que el déficit presupuestario aumentará si caemos por ese
precipicio. En la práctica ocurre justo lo contrario: el peligro es que el
déficit se reduzca en exceso y demasiado deprisa. Y los motivos por los que
podría suceder eso son puramente políticos. Podríamos estar a punto de recortar
drásticamente el gasto y subir los impuestos, y no porque los mercados lo
exijan, sino por los años de advertencias por parte de los sospechosos
habituales acerca de los peligros de los déficits y de la deuda. Y no me digan
que los mercados podrían volverse contra nosotros de repente. Los Bancos
centrales no pueden quedarse sin efectivo, pues ellos imprimen los billetes, de
modo que lo peor que podría pasar sería que cayese el valor de la moneda, lo
cual no sería tan terrible y de hecho podría ayudar a la economía. No obstante, hay todo un sector construido en torno al
fomento del pánico al déficit. Hay grupos empresariales espléndidamente
financiados que no paran de exagerar el peligro de la deuda gubernamental y la
urgencia de reducir el déficit ya, ya mismo. No es de extrañar que los
ciudadanos estén confusos.
Por otro lado, no hay prácticamente
ninguna presión organizada que se ocupe de algo terrible, el paro a gran
escala. El desempleo sigue a niveles no vistos desde la Gran Depresión. Estamos contemplando millones de
tragedias humanas, a individuos y familias cuyas vidas están quedando
destrozadas porque no pueden encontrar trabajo, ahorros agotados, casas
perdidas y sueños destruidos. Y cuanto más se prolongue esto, mayor será la
tragedia.
¿Qué se puede hacer? El pánico en
relación con el abismo fiscal ha sido revelador. Pone de manifiesto que los gruñones del déficit creen que en
estos momentos los recortes del gasto y las subidas de impuestos destruirán
puestos de trabajo; pero es imposible afirmar eso a la vez que se niega que los
aumentos del gasto y las bajadas de impuestos temporales crearían empleo. ¿Por qué no estamos ayudando a los parados? No es porque no podamos
permitírnoslo. Gastar más para crear empleo mejoraría nuestra
situación fiscal a largo plazo. Pero la difícil situación de los parados no ocupa un
lugar predominante en los pensamientos de la gente influyente y, por supuesto,
los desempleados no contratan grupos de presión ni hacen grandes contribuciones
a las campañas electorales. Así que la crisis del paro se prolonga más y más, a
pesar de que tenemos tanto los conocimientos como los medios para resolverla.
Es una inmensa tragedia, y también es un escándalo.
Al final no resulta difícil llegar a
la conclusión de que, en efecto, es un problema de clases.
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