El texto siguiente no añade mucho a lo ya repetido
en este blog. Pero reconforta comprobar que lo escribe Javier Marías quien merece
todo nuestro respeto.
Hace
justo un año, ¿se acuerdan?, hubo elecciones generales aquí. La gente estaba
impaciente y desesperada, y directamente histéricos el entonces principal
partido de la oposición y los periódicos y cadenas a su servicio, que en Madrid
son legión. Los columnistas y tertulianos esbirros pintaban a Zapatero y a
Rubalcaba con rasgos demoniacos y los consideraban los causantes únicos de la
pésima situación económica, ocultando que la burbuja inmobiliaria, culpable de
que la crisis haya sido en España más grave que en casi ningún país de Europa,
fue alumbrada e inflada por el Gobierno de Aznar al declarar éste edificable
todo el suelo nacional… Cierto que eran muy pocos los que no estaban hartos de
Zapatero y de sus ministros mediocres… La reforma laboral de 2010 -muy dura
para los trabajadores- no parecía haber valido de nada, y se tenía la creciente
sensación de que nuestros gobernantes no sabían qué hacer y de que además
tenían las manos atadas por Bruselas y Berlín… El panorama era tan malo, y
tantas las prisas del PP por gobernar, que las elecciones, ¿se acuerdan?,
fueron adelantadas bastantes meses. Aun así a ese partido le pareció que eran
tardías.
El
PP… se hinchó a jurar en falso: los problemas terminarán en cuanto Rajoy pise
La Moncloa; su sola presencia allí inspirará confianza en el extranjero y
prosperaremos; respetaremos todos los derechos adquiridos por la población; no
recortaremos nada de lo que ésta juzga básico: la sanidad y la educación
públicas, las ayudas a los dependientes, la cultura, los subsidios de paro; no
subiremos impuestos, ni IVA ni retenciones, los pensionistas mantendrán su
poder adquisitivo; el empleo florecerá, o disminuirá el desempleo de forma
drástica; los trabajadores conservarán lo que tienen, los jóvenes verán con
optimismo su porvenir.
Bien,
ha transcurrido un año y salta a la vista que ya no estamos así, sino muchísimo
peor. El PP ha faltado a todas sus promesas, siendo uno de sus más llamativos
incumplimientos la subida de impuestos a todo cristo menos a los siervos de
Cristo y a las casas de juego de la Comunidad de Madrid: gracias a Adelson,
ese fanático odiador de Obama que ha donado más de cincuenta millones de
dólares para impedir su reelección, los casinos ya no tributarán el 45% de sus
ganancias, sino tan sólo el 10%, mientras el IVA del teatro y el cine -y es un
ejemplo entre muchos- ha saltado del 8% al 21 %. Se han convocado dos huelgas
generales en un año, algo insólito; el paro sigue aumentando, en breve llegará
al 26% y será superior al que padeció Alemania en los años treinta. Su partido
gemelo en Cataluña, aliado suyo hasta anteayer, CiU, ha decidido disfrazar sus
propios recortes brutales de banderas con estrella para reclamar una
independencia rara. En el País Vasco, los entusiastas de ETA han alcanzado
mayor poder institucional del que jamás habrían soñado. Los servicios sanitarios
se cierran o se merman o se privatizan, los enfermos deben pagar varias veces
lo ya pagado con los impuestos de todos. Los colegios cuentan con menos
profesores exhaustos y con más alumnos por aula, las tasas universitarias se
disparan e impiden el acceso de muchos a una educación superior. Los comercios
no venden, numerosos echan el cierre. A las compañías eléctricas se les permite
“refacturar” lo consumido hace un año o dos. Se pone a más gente en la calle,
se rebajan los sueldos de los que se salvan, se inyectan miles de millones
públicos a entidades bancarias incompetentes y dominadas por el PP. Sigue sin
condenarse a casi nadie por corrupción. Los accionistas de las grandes
empresas no renuncian a sus beneficios máximos, prefieren prescindir de
personal. Se restaura la cadena perpetua y se vuelve a penalizar el aborto en casi
todos los supuestos. La prima de riesgo bate récords. Tenemos un Presidente
semiclandestino, que rara vez aparece o da la cara, y al que en el extranjero
no ven fiable, lo tienen por un embustero o por un pasmarote, según. Y unos
ministros tan mediocres o idiotas como los de Zapatero, si no más, depende del
día.
La
gente está mucho más deprimida y desalentada que hace un año. Ya no tiene
esperanza, ni siquiera fingida. ¿Para esto ansiaba gobernar con tanta urgencia
el PP? Uno se pregunta dónde está el secreto. Cuando sólo se sabe agravar,
¿para qué diablos se quiere el poder?
(Javier Marías, Cuando
sólo se sabe agravar, El País Semanal, 2 de diciembre de 2012)
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