1. Nuevo modelo institucional para las
CC.AA.
Dos extremos: el
de los que propugnan una vuelta al centralismo, con fuerte aroma a
cirio y rancio de nuestro pasado preconstitucional, y el de los que sueñan con
la Europa
de las Regiones, la utopía de instituciones a nivel europeo para los
temas monetarios, macroeconómicos, militares, exteriores…, al tiempo que se
descentralizan al máximo los servicios públicos de sanidad, educación,
transporte, asistencia social…, los más cercanos a los ciudadanos, quedando el
Estado actual como una institución obsoleta y residual.
El primero ni necesita ni merece nuestro
comentario. Recuperación de las esencias. Ejemplos recientes de sus
aberraciones son la política educativa de adoctrinamiento del ministro Wert que
quiere vigilar lo que se enseña en las escuelas de las Comunidades; la
involución a la prehistoria del ministro Gallardón que toca los genitales a la
mujer; el desmantelamiento de los servicios públicos para su posterior
privatización del ministerio de Sanidad de Ana Mato; o las cargas policiales en
un estado policial que trata a los ciudadanos como enemigos, premia a los
violentos y les garantiza la impunidad o el indulto si se pasan en el uso de la
porra recortando los derechos de manifestación y criminalizando las grabaciones
de sus actuaciones en la calle, bajo la batuta de Fernández en Madrid o de Puig
en Barcelons; o la ministra de Empleo, Báñez, arrojando lastre humano por la
borda, facilitando los despidos de los trabajadores y despidiendo personal a
troche y moche, llevándoselos por delante, eso sí, para crear empleo. Por citar
sólo a estas seis lindezas. Y por no hablar del secuestro de los medios de comunicación para
servir de censura y propaganda del gobierno. Y lo hacen ya sin máscaras (aunque
sí con capuchas) que utilizan para guardar las formas, laicas y democráticas,
cara a Europa. Y así amonestan a la diputada del PP, Andrea Fabra, cuando
susurró “que se jodan!” como apoyo a
los recortes de gastos sociales del Gobierno, o despiden al comisario de
policía que definió a los ciudadanos como los “enemigos”, o despiden de tve a Mariló Montero porque delata que son muchos los que coinciden con ella en lo de que las partes de cuerpo de un asesino pueden llevar su alma dentro. Estos son los
centralistas. Las demandas nacionalistas harán de contrapeso.
En cuanto a la Europa de las regiones
no parece que los tiempos estén maduros para su desarrollo. Por un lado el
proceso de la centralización europea parece bloqueado y le queda para largo.
Por otro, los casos de corrupción en las calificaciones de terrenos,
subvenciones y concesiones de obras públicas, a nivel local, hacen sospechosas
a las corporaciones públicas que habría que controlar.
2. La precariedad en el proceso social
Se habla mucho
de la precariedad del trabajador en su relación laboral. Pero la precariedad se
ha extendido como un rasgo social del individuo no sólo en sus relaciones
laborales (despidos) sino también en su vida familiar (divorcios), sentimental
(relaciones efímeras), o incluso en su nuevo medio de telecomunicación por
redes (con interlocutores invisibles). Esta transformación permite la chanza de
llamar precarios a los becarios al ser éstos los de menor protección en el
mercado del trabajo.
Desde la revolución industrial el
trabajo era el elemento fundamental de integración social, capaz de convertir al
individuo en ciudadano, que luchaba por sus derechos. Fuera o no estable su situación
laboral, su situación social era estable. El contrato social por el que se creó
el estado del bienestar incluía la protección tanto del trabajador en activo
como en paro. La lucha por los derechos de los trabajadores constituía un
elemento de cohesión que incluía a dependientes y discapacitados. Sin embargo,
en la nueva era postindustrial -más aún, neoliberal- de un capitalismo financiero
exacerbado, el trabajo ha perdido esa función de nexo de la integración social.
Y es en esta sociedad postindustrial
donde el trabajador queda excluido de toda protección al ser sustituible bien
por compañeros en paro bien por las máquinas o nuevas tecnologías. Lo que
coloca a todos en una situación de inestabilidad permanente, por el riesgo de
ser excluidos. Y los excluidos son invisibles, más aún, no existen.
En los tiempos que nos tocan, ni el
dinero es sólo un valor de cambio sino también mercancía que se compra ella
misma, la producción no es sólo la presente sino que también se vende la
futura, y el no-trabajo (y no el trabajo) pasa a ser la maldición bíblica. En
este mundo virtual incluso la relatividad está en precario. En los tiempos que
corren, hasta (o desde) las verdades son precarias.
3. Catering para 400, marchando!
Trasvases. No se trataba del Ebro, polémica siempre abierta en Aragón. Se trataba de utilizar caudales públicos, concretamente de los Fondos Europeos de Servicios Sociales, canalizados a través del IMSERSO, más difícil que del Tajo al Segura, para agasajar a los 400 invitados asistentes a la clausura del Año Europeo del Envejecimiento Activo (no, si lo que éstos no inventen…) en el Centro Pignatelli de Zaragoza. Y luego se extrañan de que Bruselas y Berlín quieran saber en qué nos gastamos los fondos europeos. La ministra de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad, acababa de recortar transfusiones por 2,5 millones € para teleasistencias, lo que dejaba sin este servicio a 16.000 usuarios en esta Comunidad. Para el año 2013 habrá más recortes todavía, un 13% del presupuesto actual, lo que será causa de 600 despidos más. Tremenda ovación. A los 400 comensales que disfrutaban del condumio dentro del recinto, se contraponían los cientos de manifestantes de las mareas blanca, naranja y otros colectivos, que esperaban a la puerta del centro apara aclamar, vitorear y abuchear a la ministra Ana Mato a su llegada. Aunque faltaran en las mesas de comidas, no se les regaló con huevos duros y tomates. Se celebró la representación del entierro de la Sanidad Pública bajo pancartas que rezaban como ésta: RECORTAR EN LA SANIDAD MAT@
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