jueves, 15 de noviembre de 2012

505. reflexiones y otros disparates del día (15/11/12)

1. Izquierda y derecha modernas
La nueva terminología que define los rasgos de los progresistas versus la de los conservadores es
            -  la igualdad (económica y social) más allá de la libertad (económica),
            - el Estado (redistribuidor, protector y regulador de los mercados) en contraposición a la auto-regulación de los mercados que exige la inhibición del Estado hasta el mínimo posible, y
            - la movilidad social contra el blindaje de castas sociales reaccionarias.
            Las dos alas de esta aparente dicotomía conviven en la sociedad, pero lo que nos define como progresistas o conservadores es la prioridad que le damos a cada una sobre su contraria. Un progresista no niega la libertad, cómo podría hacerlo! pero no la acepta como suficiente en sí misma si, aplicada al terreno económico, no se ve complementada con la igualdad; ni niega el factor mercado como el motor de producción en la economía, pero sabe que, abandonado a su aire, sin regulación, lleva a la desigualdad, oligopolios, explotación de la masa laboral, y burbujas financieras como la que aún estamos padeciendo. Las castas son un efecto más de un mercado neoliberal.com auto-regulado pero merece destacarse expresamente como peligro del disparate al que nos puede llevar la falta de su regulación.
            “Es curioso que la derecha sea tan liberal en lo económico y tan conservadora en todo cuanto afecta la libertad personal”, delata J.I. Torreblanca. “No podemos ver el Estado como un obstáculo para el crecimiento, o como un intruso en la esfera de los derechos individuales (aborto, matrimonios homosexuales, despenalización del consumo de drogas, etc.) y no como garante de estos derechos”. Produzca el mercado, pero que sea el Estado el que redistribuya esa producción.
2. The best is yet to come
La inefable sinceridad de este gobierno, de la que viene haciendo gala hasta ahora desde que las ranas criaron pelo, es que “lo peor está por llegar”. Lo cual venían augurando para abrir camino a nuevos recortes de gastos y empobrecimiento de la población cuando ya no queda mucho más para expoliar. Aconsejados por sus expertos en mentiras, eufemismos y ambigüedades, o sea en marketing, en un acrobático salto daltónico han cambiado de las líneas rojas al color verde de los nuevos brotes, ya que la mentira descarada parece rentable. Pero esta estrategia ha llegado tarde. Con tanto recorte han privatizado en su favor hasta las risas, y ya “ni los adolescentes ríen en las puertas de los institutos”, según ha observado J.J. Millás. El secuestro de las risas nos ha dejado sin ellas, y sin sus defensas nos han quitado las ganas de vivir en el país (léase emigraciones), qué digo! incluso sólo las ganas de vivir (léase suicidios). Sólo nos falta que nos roben las lágrimas. Porque, atención, que lo peor está por llegar.
            Y en éstas estamos cuando Obama toma posesión de su nuevo mandato (God bless him) y termina su discurso con la frase “lo mejor está por llegar” (the best is yet to come).
3. Dación en pago o justa tasación?
No sé a dónde llegarán el PP y el PSOE “negociando” para salvarnos de los desahucios. Negociando? Quién? El PP con el PSOE? O ambos con los bancos? O es que el PP representa a los bancos? Porque cualquiera que sea el acuerdo al que se llegue, la última palabra la dirá la banca. Como bromea Cano, “que van a acabar con los desahucios!? qué pasa? que ya no son negocio?”. Por si les sirve ahí va una sugerencia:
            La dación en pago hay que implantarla, sí, pero ahora no sirve, pues muchas de las hipotecas en vigor han sido subrogadas a terceros cuyos nuevos adquirentes no pueden quedar afectados por un efecto retroactivo. En su lugar, y como com-ple-men-to inmediato de la anterior, una tasación que iguale el valor de adjudicación al valor del crédito, tendría el mismo efecto que la dación en pago sin el problema de la retroactividad, ya que se aplicaría a todas las hipotecas vigentes. Me explico: en una tasación por el Banco de una casa desahuciada por 50 € cuando en su día se valoró en 100 € el importe del crédito, esa reducción en la tasa de valoración es tan absurda e injusta que clama al cielo. Valorando la casa a desahuciar en su valor de 100 € acordado el día que se firmó el crédito hipotecario, su desahucio conlleva la cancelación de la deuda, y no por condonación sino por pago. Y así, cada uno en su casa, y el dinero en la de todos (los bancos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario