La nueva terminología que define los rasgos
de los progresistas versus la de los conservadores es
-
la igualdad (económica
y social) más allá de la libertad
(económica),
-
el Estado (redistribuidor,
protector y regulador de los mercados) en contraposición a la auto-regulación de los mercados que exige
la inhibición del Estado hasta el mínimo posible, y
-
la movilidad social contra el
blindaje de castas sociales
reaccionarias.
Las
dos alas de esta aparente dicotomía conviven en la sociedad, pero lo que nos
define como progresistas o conservadores es la prioridad que le damos a cada
una sobre su contraria. Un progresista no niega la libertad, cómo podría
hacerlo! pero no la acepta como suficiente en sí misma si, aplicada al terreno
económico, no se ve complementada con la igualdad; ni niega el factor mercado
como el motor de producción en la economía, pero sabe que, abandonado a su
aire, sin regulación, lleva a la desigualdad, oligopolios, explotación de la
masa laboral, y burbujas financieras como la que aún estamos padeciendo. Las castas
son un efecto más de un mercado neoliberal.com auto-regulado pero merece
destacarse expresamente como peligro del disparate al que nos puede llevar la
falta de su regulación.
“Es
curioso que la derecha sea tan liberal en lo económico y tan conservadora en
todo cuanto afecta la libertad personal”, delata J.I. Torreblanca. “No podemos
ver el Estado como un obstáculo para el crecimiento, o como un intruso en la
esfera de los derechos individuales (aborto, matrimonios homosexuales,
despenalización del consumo de drogas, etc.) y no como garante de estos
derechos”. Produzca el mercado, pero que sea el Estado el que redistribuya esa
producción.
2. The
best is yet to come
La inefable sinceridad de este gobierno, de
la que viene haciendo gala hasta ahora desde que las ranas criaron pelo, es que
“lo peor está por llegar”. Lo cual venían augurando para abrir camino a nuevos
recortes de gastos y empobrecimiento de la población cuando ya no queda mucho
más para expoliar. Aconsejados por sus expertos en mentiras, eufemismos y
ambigüedades, o sea en marketing, en un acrobático salto daltónico han cambiado
de las líneas rojas al color verde de los nuevos brotes, ya que la mentira
descarada parece rentable. Pero esta estrategia ha llegado tarde. Con tanto recorte
han privatizado en su favor hasta las risas, y ya “ni los adolescentes ríen en
las puertas de los institutos”, según ha observado J.J. Millás. El secuestro de
las risas nos ha dejado sin ellas, y sin sus defensas nos han quitado las ganas
de vivir en el país (léase emigraciones), qué digo! incluso sólo las ganas de
vivir (léase suicidios). Sólo nos falta que nos roben las lágrimas. Porque,
atención, que lo peor está por llegar.
Y
en éstas estamos cuando Obama toma posesión de su nuevo mandato (God bless him) y termina su discurso con
la frase “lo mejor está por llegar” (the
best is yet to come).
3. Dación en pago o justa tasación?
No sé a dónde llegarán el PP y el PSOE
“negociando” para salvarnos de los desahucios. Negociando? Quién? El PP con el
PSOE? O ambos con los bancos? O es que el PP representa a los bancos? Porque
cualquiera que sea el acuerdo al que se llegue, la última palabra la dirá la
banca. Como bromea Cano, “que van a acabar con los desahucios!? qué pasa? que
ya no son negocio?”. Por si les sirve ahí va una sugerencia:
La
dación en pago hay que implantarla, sí, pero ahora no sirve, pues muchas de las
hipotecas en vigor han sido subrogadas a terceros cuyos nuevos adquirentes no
pueden quedar afectados por un efecto retroactivo. En su lugar, y como com-ple-men-to
inmediato de la anterior, una tasación que iguale el valor de adjudicación al
valor del crédito, tendría el mismo efecto que la dación en pago sin el
problema de la retroactividad, ya que se aplicaría a todas las hipotecas vigentes.
Me explico: en una tasación por el Banco de una casa desahuciada por 50 €
cuando en su día se valoró en 100 € el importe del crédito, esa reducción en la
tasa de valoración es tan absurda e injusta que clama al cielo. Valorando la
casa a desahuciar en su valor de 100 € acordado el día que se firmó el crédito
hipotecario, su desahucio conlleva la cancelación de la deuda, y no por
condonación sino por pago. Y así, cada uno en su casa, y el dinero en la de
todos (los bancos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario